Solo cinco años han bastado para que los contratos con un grado de temporalidad más extremo, aquellos cuya duración no supera la semana, se hayan prácticamente duplicado en Extremadura. Se ha pasado de los 88.063 que se formalizaron en el 2012 a los 160.000 del año pasado, según los datos facilitados por el Observatorio de Empleo del Sexpe. Si se toma como referencia el 2010, el crecimiento es del 162%.

Es cierto que durante este periodo la cifra global de contratos ha aumentado de forma continua, pero lo ha hecho con mucha menor intensidad (en 2017 fueron 667.423, un 38,1% más que en el 2012 y un 50,6% más respecto al 2010). Este diferente ritmo de crecimiento ha hecho que los contratos con una duración más escasa hayan ido ganando terrero progresivamente, hasta suponer ya un 24% del total o, lo que es lo mismo, casi uno de cada cuatro. Proporción que supera el 50% si se agregan también los que se mueven entre una y dos semanas (51.695, un 7,7%) y los que se prolongan entre quince días y un mes (137.348, un 20,6%). Para Teodoro Casares, secretario de Formación y Empleo de UGT Extremadura, estos datos son el «fiel reflejo de la situación que tenemos en este país». «La economía crece un 3%», subraya, pero eso no se traduce ni en mejores condiciones para quienes ya están trabajando ni en los nuevos contratos. «El empleo es precario y temporal, no permite tener ninguna perspectiva de futuro».

Además, otros 238.558 contratos, más de un tercio del total, aparecen en las estadísticas con una duración ‘sin determinar’. Muchos de ellos también tienen un recorrido temporal muy limitado. «Suelen ser de unas semanas o un mes como mucho», indica Casares. «Forman parte también de la precariedad y de la temporalidad que está instalada en los sistemas de contratación de toda España, pero sobre todo de nuestra región, como consecuencia de la reforma laboral». De todos los contratos formalizados en el 2017 en Extremadura, apenas un 2,1% fueron indefinidos iniciales mientras que los que fijaron un horizonte de vigencia superior al mes se situaron en el 10%.

Con estos niveles de temporalidad, recuerda Casares, las cotizaciones a la Seguridad Social son «mínimas». «El día que tengan que calcular su pensión, o no llegarán o van a ser de miseria».

El sector que concentra la mayor parte de los contratos de menor duración es el de los servicios, con 130.523, más de un 80% del total de los que no pasaron de la semana, fundamentalmente en negocios de hostelería y comercio. También son frecuentes en la agricultura (21.261, un 13,3%), mientras que en industria y construcción son más bien residuales (2.310 —1,4%— y 5.906 —3,7%—, respectivamente).

«Con contratos de trabajo de una semana prácticamente no se generan derechos», coincide Ana Isabel González, secretaria de Cooperación y Empleo de CCOO Extremadura. Trabajando de semana en semana, incide, «para generar derecho al cobro de una prestación contributiva tiene que pasar muchísimo tiempo». Además, resalta, esta «temporalidad absolutamente extrema» tampoco «es buena para la empresa, porque los niveles de productividad siempre serán mejores cuando se tiene un trabajador estable, formado y bien cualificado». «Al incorporarte a un puesto de trabajo necesitas un periodo de adaptación, para conocerlo y ponerte al día. Si cuando te estás adaptando a él te tienes que ir, eso no es funcional para la empresa», esgrime González. A pesar de ello, lamenta, «este tipo de contratación, por desgracia, se está generalizando a muchas edades y muchos niveles formativos».

En este sentido, por géneros, los contratos que no superan la semana de vigencia se distribuyen de forma similar a la del resto (en el 56,5% de los casos son hombres y en un 43,5% mujeres). En cuanto a las edades, están muy presentes en todos los tramos de la estadística. Así, en el que va de los 16 a los 24 se formalizaron 28.130 en el 2017, por 48.519 en el segmento de entre los 25 y los 34. De los 35 a los 44 fueron 40.760 y 30.896 en el intervalo que discurre entre los 45 y los 54. Tampoco se libran de ellos los trabajadores más veteranos. En empleados por encima de los 55 se formalizaron 11.695 contratos con siete días como duración máxima, casi una quinta parte de todos los que se hicieron en esa horquilla de edades.