El clima que se respira en los hospitales extremeños ha mejorado en los últimos tiempos gracias a la implantación de sistemas que controlan cada vez más el acceso de las visitas a los pacientes. Hay varios sistemas para restringir los accesos según el hospital, cada uno adaptado a sus necesidades pero todos ellos con un mismo objetivo: garantizar el reposo de los pacientes ingresados y que los profesionales sanitarios puedan desempeñar su trabajo con normalidad.

El control en los accesos a los hospitales parte de la premisa de que prevalece el derecho de los pacientes sobre el de los familiares y amigos que los visitan. Todos queremos visitar a un padre, un hermano o un amigo que acaba de pasar por el quirófano, pero el derecho de acompañar a nuestros seres queridos choca contra el que tiene a descansar el paciente de la cama de al lado o en la habitación contigua.

Este aspecto no es siempre asumido por todos, como demuestran las contínuas reclamaciones que se presentan en los hospitales sobre todo por parte de todos los familiares, sobre todo aquellos que presentan circunstancias especiales, como los que se desplazan desde su localidad hasta el hospital de referencia de la zona, o quienes no puede acudir en el horario de visitas porque coincide con su trabajo.

Con el control de las visitas se pretende evitar episodios que en la mayoría de las ocasiones se quedan en simples molestias, como el paciente que se ve obligado a comer rodeado por dos, cuatro, seis y hasta diez extraños que se encuentran dentro de su habitación porque han venido a visitar al enfermo de la cama de al lado. La cosa se complica cuando se trata de ir al lavabo, o cuando la falta de intimidad llega a provocar problemas graves de salud.

El Defensor de los usuarios del Sistema Sanitario Público de Extremadura, José Ramón Hidalgo, es partidario de que se restrinja el número de visitas para garantizar el derecho de los pacientes. Asegura que incluso ha habido reclamaciones de pacientes que vieron peligrar su vida, como la de un enfermo que acababa de salir de una intervención quirúrgica y que por pudor ante las visitas de su compañero de habitación en un hospital extremeño se aguantó las ventosidades que producía su cuerpo hasta el punto que fue asistido de urgencia por una crisis hipertensiva.

VARIEDAD DE ACCESO El control de las visitas va desde el extremo de prácticamente no existir, salvo por las llamadas de atención de los celadores y del resto del personal del centro, en los centros más pequeños y de zonas rurales, hasta un exaustivo proceso que incluye tornos y pases con códigos de barras.El más habitual es el sistema de tarjetas, uno permanente de 24 horas y otro para las horas de visitas. Este es el de los hospitales de Mérida, Talarrubias, Navalmoral de la Mata o Plasencia. El último en el que se ha implantado es el de Don Benito-Villanueva, donde en los primeros días de funcionamiento no ha sido bien recibido por todos. Las opiniones van desde que es muy estricto hasta que es una situación a la que los usuarios del hospital han llegado por méritos propios. "Nos lo merecemos por nuestro propios comportamiento", señala un señor a la puerta del hospital esa semana. Y es que hasta ahora en este centro no había exigencias a la hora de controlar el número de visitas, y a veces se congregaba un buen número de personas que, aún sin pretenderlo, se formaba un gran escándalo.

A partir de ahora, como en los demás centros que tienen este sistema, la familia del enfermo recibe dos pases, uno permanente, de 24 horas, y el otro restringido a los horarios de visitas. Este plazo suele ser de cuatro horas y por la tarde, aunque varía según los centros. La picaresca de los familiares les lleva en ocasiones a utilizar otras puertas de acceso a la zona de habitaciones, como las urgencias o las consultas. Otras veces, uno de los familiares baja con los dos pases y se lo entrega a un tercero, que puede subir a la planta sin problemas, con lo que se juntan tres visitas en la habitación, o cuantas sean según el número de veces que se repita esta operación.

Con el fin de evitar este engaño , en los principales hospitales de la región se está apostando por un control más exigente, mediante el uso de tarjetas digitalizadas. Un lector de código de barras activa o desactiva el pase en función de si ha sido utilizado anteriormente, de forma que delata a quienes pretenden hacer uso del procedimiento antes detallado. La implantación de unos tornos hace el resto, facilitando el control del número de visitantes.

Este sistema ya está implantado en los dos hospitales de Cáceres, en el Infanta Cristina y en el Materno Infantil de Badajoz. Próximamente estará en el Perpetuo Socorro y en el Hospital de Mérida, una vez que finalicen las obras de ampliación. Este control contrasta con la práctica ausencia del mismo en centros de más pequeños, como los de Coria, Almendralejo, Zafra o Llerena, donde no se regulan las visitas ya que, además de tener pocos pacientes ingresados, éstos están muy poco tiempo ingresados al tratarse de pequeñas intervenciones que no requieren un ingreso prolongado.