"Todas somos socias trabajadoras, no hay empleados ni jefes, así que todas compartimos ganancias, pérdidas, problemas... Todas iguales". Así resume Cati Pacheco el espíritu del cooperativismo tras haberse familiarizado con este término poniéndolo en práctica de un modo un tanto particular: creando una cooperativa de proximidad. ¿El matiz? Que se crea en el entorno rural, promovido por mujeres residentes en el mismo que se unen para prestar servicio a sus vecinos.

La idea surge en el seno de la Federación de Mujeres Rurales (Fademur), vinculada a la organización agraria UPA-UCE, con la puesta en marcha de la Ley de Atención a la Dependencia y Promoción de la Autonomía Personal. El planteamiento es: si va a surgir una nueva oportunidad de negocio en los pueblos --la atención a los dependientes-- adelantémonos a las empresas privadas y que sean las mujeres del propio municipio --de ahí la proximidad-- las que se ocupen de llevar a cabo esa labor.

Un guante que de momento ha sido recogido por dos grupos de mujeres en Extremadura: cinco de Olivenza (que han constituido la cooperativa Serviol) y cuatro de Alburquerque (cuya cooperativa se denomina Seralbu). A ellas podrían unirse pronto otras de hasta diez municipios (Llera, Miajadas, Pueblonuevo...) en los que se ha celebrado el curso de preparación, que incluye tanto formación como auxiliar de ayuda a domicilio, como nociones básicas en cooperativismo; y que está siendo impartido por Fademur Extremadura, según explica su presidenta, Catalina García.

Desencanto por ley

Esta, sin embargo, reconoce un cierto desencanto porque las expectativas generadas en torno a la creación de empleo por la ley de dependencia no se han cumplido. "Va más lenta de lo que se esperaba, por lo que, de momento, las cooperativas que se han creado están proporcionando sobre todo servicios de limpieza, más que de atención a los dependientes, como estaba inicialmente previsto".

Así lo constatan también las propias protagonistas, que, sin embargo, no descartan dedicarse en el futuro a la asistencia personal como habían proyectado, pero que de momento están invirtiendo todos sus esfuerzos en sacar adelante el negocio. Para ello, las componentes de Serviol --Esther García, Mari Sol Silva, María Rosa de los Santos, Isi Alvarez y Cati Pacheco-- se ocupan de la limpieza de diversas dependencias municipales, pero cuentan también con varios usuarios dependientes. "No es lo que teníamos pensado al principio, pero nos vamos arreglando", comenta Cati, que detalla como ellas mismas se organizan para distribuirse el trabajo. "Y de momento no hemos tenido problemas, nos llevamos muy bien, la verdad".

Aunque parezca algo utópico, es también la valoración que realizan las socias de Seralbu --María José Rubio, Loli Gómez, María del Carmen Toledano y Conchi Pocostales--, que afirman que, con el asesoramiento de Fademur, se van organizando bien e incluso ya planean una próxima inversión: comprar una furgoneta. La buena relación no es el único punto en el que coinciden ambas cooperativas, cuyas integrantes también presentan un perfil profesional --trabajadoras eventuales, principalmente en el sector agrario o servicios-- y rango de edad (entre los 30 y los 50 años) similares.

"¿Dónde íbamos a ir con la edad que tenemos? ¿Qué negocio montas que no esté ya montado?" María José resume así los principales motivos que le llevaron, junto a sus compañeras, a formar Serviol, que les ha proporcionado una oportunidad de trabajar con bastantes facilidades (para constituirse como cooperativa solo tuvieron que invertir 3.000 euros de capital social y recibieron diversas ayudas). Por ello, pese a las dificultades y el desengaño que, hoy por hoy, les ha supuesto la ley de dependencia siguen adelante. "No siempre es fácil, pero aquí estamos y vamos a luchar por ello", aseguran.