Un rostro nuevo, un regreso, una ausencia y un nuevo escalafón en la aburrida sesión plenaria de ayer. El primero en saltar a la palestra fue Emilio Cañada, que tomó posesión de su escaño sustituyendo a la ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, como ya hiciese al final de la anterior legislatura.

Pero sin duda la gran sensación fue el debut en la Cámara de la nueva consejera de Fomento, Leonor Martínez-Pereda, que se colocó en el córner del Gobierno regional, junto a la consejera de Bienestar Social, su tocaya Leonor Flores, y teniendo tras de sí al trío más guerrillero del PP (Tamayo, Monago y Casado).

Los últimos cambios en el Gobierno regional tuvieron su reflejo inmediato en la Asamblea. En los primeros cuatro sillones, los del núcleo duro de la Junta, están desde ayer, y por este orden, Ibarra, el vicepresidente Ignacio Sánchez Amor --ayer en Bruselas--, la consejera portavoz, Lola Pallero, y el consejero de Economía, Manuel Amigo. Con este gesto Ibarra demuestra la importancia de la nueva Consejería de Pallero, mientras que los damnificados son Vázquez de Miguel y Casilda Gutiérrez, que tendrán que ceder su sitio a los nuevos poderes fácticos del Gobierno extremeño. Cosas de la política.