Los precios de las tierras destinadas a usos agrarios prácticamente se han cuadruplicado en la región desde el año 1983, primero en el que el Mapa realizó esta encuesta. "Evidentemente, los precios de las producciones no se han multiplicado por cuatro en este tiempo", indica Ignacio Huertas, de UPA-UCE, que añade que estos costes serían "totalmente distintos" si evolucionasen únicamente en función de su uso agrario. "Si fuera solo por la rentabilidad agraria el precio de la tierra no subiría". Además, apunta como otra razón de esta progresión el que "hay gente que viene de otros sectores y que ven las tierras como una inversión a largo plazo".