La primavera del empleo. Así lo ha bautizado Fátima Báñez, la ministra encargada de esta cartera. Usó esta expresión el pasado martes en el Congreso para afirmar con rotundidad que el país está ante «una recuperación a la española: sólida, sana y social». Aseguró que ahora se genera trabajo de mayor calidad que el que se fue con la crisis y que hay más mujeres ocupadas que nunca. Unas declaraciones que incendiaron las redes sociales y provocaron la indignación de quienes consideran que el panorama actual dista bastante del dibujado por Báñez.

Lo cierto es que la realidad en Extremadura contradice el optimismo de la ministra. La región ha perdido 65.000 empleos a jornada completa en la última década. A cambio, desde 2007 el número de contratos a tiempo parcial se ha incrementado en 3.300. Y más del 75% de estos trabajos, que son de pocas horas y un sueldo reducido, están en manos femeninas. Porque sí es verídica la declaración de que hay más mujeres ocupadas, pero son las principales víctimas de la precariedad.

LOS SUELDOS

Báñez también dijo el pasado mes de julio que ya era el momento de que los salarios subieran: «Los empresarios tienen la responsabilidad de incrementar los sueldos para que éstos ganen poder adquisitivo». Pero, de nuevo, la propuesta de la ministra no casa con el mercado actual. Y lo prueba un dato más del Instituto Nacional de Estadística (INE): el coste laboral de los trabajadores extremeños ha caído por segundo año consecutivo. Si en 2015 fue de 2.058,28 euros, en el primer trimestre de 2017 se ha quedado en 1.972, 26, lo que implica casi 100 euros menos. ¿Qué significa esta bajada? Que los empleados cada vez cuestan menos a la empresa porque se contrata por una jornada más reducida y los sueldos son más bajos. De hecho, en términos generales, ahora hay más trabajadores que antes que la crisis pero se echan menos horas.

En la definición de coste laboral se incluye el coste salarial directo (salario base, complementos, horas extras, pagos atrasados...), cotizaciones obligatorias a la Seguridad Social o prestaciones sociales directas, entre otros conceptos. Pero los sindicatos tienen claro que este descenso continuado repercute directamente en el salario neto que llega al bolsillo.

NECESIDAD DE CAMBIO

«Al final es la historia de siempre. Todo es a cargo del sueldo de los empleados. Con el mercado que tenemos actualmente es imposible la recuperación económica porque la precariedad, alimentada por contratos temporales y parciales, no permite que las familias salgan adelante», insiste Teodoro Casares, secretario de Formación y Empleo de UGT-Extremadura. Y añade: «Y aunque tengan una ocupación, no salen del peligro de caer en la pobreza o la exclusión social».

En este sentido, UGT ha presentado esta semana un informe que pone de manifiesto que el 10% de los trabajadores no puede ni siquiera hacer frente al gasto de la alimentación, que supone un desembolso de 350 euros al mes. Por ello, han iniciado la campaña Ponte a mil con la que pretenden incidir en la necesidad de que haya unos salarios dignos y que el mínimo se sitúe, efectivamente, en los 1.000 euros.

Desde este sindicato explican que «si el 37% del sueldo es para alimentos, un 16% para ropa y calzado y un 74% para vivienda, agua y consumo energético, un trabajador que no llegue a ser mileurista no podrá hacer frente ni al 50% de los gastos». Y añaden que la subida de precios -como es el caso de la luz- agrava aún más esta realidad.

SIN MEJORÍA

Desde CC OO ponen el foco en que, por ejemplo, en el mes de julio el 92% de los contratos firmados fueron temporales (el 26% con una duración de una semana o inferior), una cifra similar a la registrada en el mismo mes de 2016. «Evidencia la mala calidad del empleo que se crea», afirman desde el sindicato. Y agregan que se demuestra que, realmente, no existen signos de mejoría.

La traducción es que la tasa de riesgo de pobreza ha vuelto a subir en la región. El año pasado se situó en el 30,4% (22,3% en España), según la reciente memoria sobre la situación socioeconómica de 2016 del Consejo Económico y Social de Extremadura. Y la consecuencia es lo que ya se conoce como precariado: el nuevo concepto acuñado para definir a aquellos trabajadores cuyo salario y condiciones no permiten una vida digna.

A pesar del crecimiento económico, el mercado laboral continúa con serias heridas que impiden la evolución; el oxígeno no llega a las familias. Aunque la ministra Báñez se empeñe en hablar de la primavera del empleo.