Puede que la culpa fuera de los productores, que, para atraer más audiencia y generar más ´merchandising´, exigieron a Sam Raimi que incluyera en la película temas y personajes que él no quería. Puede que el director, temeroso de que esta podría ser su última oportunidad de tejer la tela de la araña, se viera obligado a trabajar con demasiadas líneas argumentales, demasiados villanos y demasiados conflictos necesitados de resolución. El resultado es una red de relaciones más compleja, pero eso solo significa una película mayor en tamaño. Qué duda cabe, Raimi se las ha apañado. No sería justo decir que ´Spider-man 3´ es una mala película. Al fin y al cabo, Raimi y sus coguionistas Alvin Sargent e Ivan Raimi han logrado que el filme tenga fuelle y sea comprensible durante la mayor parte de sus 140 minutos. Pero eso no oculta la falta real de propósito de tanta saturación. Los problemas de los personajes parecen existir para hacer avanzar el argumento más que para crear implicación emocional alguna por parte de la audiencia. Y pese a que revisa temas que le sirvieron a su predecesora para alcanzar las más altas cotas artísticas, como el poder y la responsabilidad cívica que este conlleva, la redención y el perdón, estas ideas no están integradas de forma natural en un contexto dramático poderoso y elocuente. ´Spider-man 3´ finiquita la lucha entre antagonistas (el Hombre de Arena, Venom y el Hombre Araña) y también la prolongada sed de venganza de Harry Osborn. Que las claves para resolver estos conflictos sean precipitadas e insatisfactorias no impide que esta tercera entrega funcione como un final oficioso de la saga. Quizá no debería haber una cuarta. N. S.