Dónde se colocaba Marisa Flórez para ir haciendo su crónica de la Transición española? Ahí están Carrillo en el mismo plano que Blas Piñar, o el presidente Adolfo Suárez, sentado, solo, en el banco azul de los gobernantes en el Congreso de los Diputados, o la actriz erótica Susana Estrada, con un seno al aire, junto al alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván.

Son imágenes, en general, amables, cordiales, aunque también las hay dramáticas, tensas. Pertenecen a un momento histórico, repleto de incertidumbres, que se movía entre el futuro y el pasado; pero vistas hoy parecen corresponder más a lo que habría de venir, salvo sobresaltos como el golpe de Estado del 23-F. No había marcha atrás.

Esta crónica de la Transición escrita por la fotógrafa Marisa Flórez reúne 31 imágenes, expuestas en la Asamblea de Extremadura con motivo de un congreso nacional de periodistas gráficos de prensa y televisión, que se celebra este fin de semana en Extremadura.

TRAYECTORIA Flórez, actual editora gráfica del diario El País , donde ha desarrollado su carrera profesional, nació en León, empezó a trabajar en prensa en 1971 con 23 años, y en 1976 pasó al periódico en el que aún sigue.

Así que allí estaba ella, entre políticos, famosos y gente anónima, junto a otros compañeros de profesión, sin sospechar que estaba elaborando la crónica histórica en que se han convertido sus imágenes. "Una no era consciente de esto; pero sí de que estábamos viviendo una situación nueva y se estaban produciendo hechos importantes en este país", afirma, camino de Mérida a bordo de un talgo , a través de un teléfono que se entrecorta. Luego la conversación sigue, ya sin interferencias, cuando llega a la capital autonómica.

"Digamos que yo he vivido pequeñas historias, que he captado con una mirada personal. Había otros compañeros allí y cada uno las veía a su manera, porque muchas veces estábamos en el mismo sitio", dice intentado explicar por qué sus imágenes han recogido, más que otras, aquel momento y han pasado al imaginario colectivo de esa época. "Siempre hay un toque personal en quien está detrás de la cámara", añade. "Esto no quiere decir", aclara, "que tus fotografías sean mejores o peores que las de otros".

"Todo era novedad: las propias imágenes, los personajes, algunos de ellos convertidos en mitos, cuando llegaban a España. Entonces, con una cámara en la mano, cualquier cosa podía suceder".

GESTOS Los gestos eran decisivos, y en los lugares adecuados comparecía ella para capturarlos. El Rey agachado hablando con el escritor José María Pemán, ya muy anciano, sentado en una silla. Felipe González ofreciendo fuego a un Adolfo Suárez fumador como él. O el poeta Rafael Alberti y la Pasionaria, la líder comunista de la Segunda República, descendiendo las escaleras del hemiciclo del Congreso de los Diputados, donde la fotógrafa pasó tantas horas.

Marisa Flórez compara aquellos tiempos con los de hoy y ve que "cada uno ponía de su parte, y había bastante diálogo, y la crispación entre grupos y partidos era baja porque había cosas importantes que hacer".

"Sería interesante que volviera a la política y a la sociedad aquel sentido dialogante que existía, eso que ahora llaman talante".

¿Y no se cansa de ver estas imágenes? "Es cierto que han sido vistas una y otra vez. Pero hay más fotografías tan representativas de esos momentos. Aún así, no me molesta verlas porque son parte de mi trabajo y tengo buenos recuerdos de aquella época. Fue fantástica y para los periodistas sobre todo".

Ahora, el mundo llega a su mesa de El País e intenta poner orden para decidir la imagen que llevará la portada o las más adecuadas para ir en páginas in-