En la vida no podemos evitar los altibajos, las crisis o las desgracias. De hecho, eso es vivir. Como son inevitables, debemos tener estrategias a nuestro alcance que nos permitan gestionar esos momentos que muchas veces son eternos.

Hay varias. Una es el psicólogo, tan denostado en nuestro país. Lee este profundo razonamiento que expongo a continuación. Si te duele una muela, vamos al dentista y lo contamos. Si te duele un pie, vamos al podólogo y lo contamos. Si te duele la 'psique', ¿por qué no vamos al psicólogo?. Y si quieres no lo cuentes por si el que más lo necesita se ríe de ti. Otra es hablarlo con tu pareja o con el primo o el amigo de turno. Ayudan.

Hay una tercera estrategia que siempre está a tu disposición. Es gratuita en el sentido más amplio de la palabra. Las otras dos no lo eran. Y es que estoy convencido que las palabras curan. Escribir te ayuda. Ponle nombre a la emoción que tienes en esos momentos. Entre otras cosas, te darás cuenta de tu cultura. Si eres culto tienes a tu disposición vocabulario suficiente para poder nominar lo que te pasa y ordenar tus emociones, sentimientos y pensamientos. Si no lo eres, tendrás dificultades. Viktor Frankl en su libro 'El hombre en busca del sentido', narra su vida como prisionero en un campo de concentración Nazi.

Dos conclusiones. La primera. El prisionero que tenía en mente un objetivo para vivir (familia a la que proteger, una profesión que le apasionaba, un proyecto importante para él, un amor) vivía mucho más tiempo. La segunda. Los prisioneros con más elevado índice cultural también vivían más tiempo.

Antonio se va un año a estudiar en el extranjero. No va a un campo de concentración. Al menos eso cree él. Y nosotros, que lo hacemos para que tenga libertad, crezca interiormente, tropiece y se levante solo. Tiene tanta ilusión y es tan 'social' que no es consciente de que tendrá que pasar por altibajos y crisis en forma de novatadas, suspensos, desprecios de sus amigos, desamores, peleas. Vamos, la adolescencia. La vida que decía al principio. Acabo de comprar un cuaderno en blanco. Ese será mi regalo para su viaje.

Y a ti, ¿te han regalado alguna vez un cuaderno en blanco?