La cuenta atrás ya se deja notar. Los militares extremeños que van a viajar a Irak y sus familiares afrontan estos días con preocupación pero siendo conscientes de que ése es, precisamente, su trabajo.

Es el caso de una familia cacereña que hace una semana conoció la noticia: su hijo, el que ellos mismos aún tratan como "nuestro niño" pese a que supera la veintena, partirá hacia Irak desde la base de Bótoa en sólo una semana. "Yo apenas veo los telediarios, y cuando hablan del tema apago la tele y ya está", dice su preocupada madre que, sin embargo, entiende a su hijo. "Es su profesión. El quiere trabajar en esto y así hay que aceptarlo", añade.

La madre del joven reza cada día y tiene claro lo que más quiere: "Ya estoy deseando que mi hijo vuelva".

Otro soldado se limitó a comentar a EL PERIODICO que "nos tienen prohibido hablar con la prensa, lo siento", y sólo reveló que partirá el día 18, en el último turno. Sin embargo, su madre sí mostró cierta tristeza y algo de preocupación por la marcha de su hijo, pero explicó que "es su oficio y él cree que es su obligación".

Mientras, en la base de Bótoa los militares están tranquilos ante la inminente partida aunque saben que van a trabajar en una zona complicada. "Es nuestra profesión y estamos preparados para afrontar la misión", explican.

Más preocupados se muestran sus familiares, especialmente tras el ataque que el pasado se cobró la vida de siete espías españoles. Sin embargo, lo aceptan con serenidad puesto que saben que ése es su trabajo y para eso se han preparado.

Ha comenzado la cuenta atrás y familiares y militares esperan ya el momento de la partida. Irak ya está aquí.