Un extremeño, una hectárea protegida. Podría ser parte del argumentario de la nueva campaña de la Conferencia Episcopal contra el aborto, pero es la realidad que identifica a Extremadura como uno de los grandes paraísos europeos para las aves. La región tiene 1.097.000 habitantes y posee 1.089.000 hectáreas declaradas Zona de Especial Protección de Aves (Zepa), parajes --69 en total-- en los que está prohibida o limitada la caza de estos animales y en los que la administración debe garantizar la conservación de las condiciones medioambientales para su descanso, reproducción y alimentación.

La Consejería de Industria, Energía y Medio Ambiente de la Junta acaba de editar el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Extremadura dedicado a las aves, en el que se incluyen 216 especies ornitológicas repartidas en las cuatro categorías de protección. Cada una de ellos aparece con información sobre su distribución geográfica y su población en la región, hábitat común, hábitos de alimentación o las principales amenazas para su conservación.

"No estamos de acuerdo con la sensación de euforia que da el catálogo", apunta Marcelino Cardalliaguet, delegado en Extremadura de la sociedad ornitológica SEO-Birdlife. Bajo su punto de vista, "hay cierta autocomplacencia en la consejería tras corregir la tendencia negativa que sufrían especies como el águila imperial ibérica en su población en la región".

De las 216 especies recogidas, la única ave etiquetada por la Administración autonómica como extinguida es la grulla damisela, desaparecida de Extremadura a principios del siglo XX debido a la caza y al abuso de plaguicidas en los campos de cultivo, uno de sus hábitats más frecuentes. En peligro de extinción se encuentran el águila imperial ibérica, la cigüeña negra, la garcilla cangrejera y el avetoro.

"La especie se está recuperando", aseguran en el catálogo fuentes de la consejería sobre el águila imperial ibérica, que ha pasado de tener 12 parejas en 1974 a 47 en el 2006 --último dato disponible--. La mayor parte de sus individuos anidan en la provincia de Cáceres, repartidos entre la Sierra de San Pedro, el entorno de Monfragüe, Villuercas y Los Ibores. "Su situación es buena en comparación con décadas anteriores", coincide Cardiallaguet, que avisa de que se ha logrado estabilizar su población con aportes de alimentos en el nido, "pero sin solucionar los problemas de fondo".

La gran amenaza para su futuro en Extremadura la constituyen, según este documento, la destrucción de su hábitat, las molestias por actividades agrarias y forestales realizadas incorrectamente y la falta de conejo de monte, su principal presa.

Estabilidad poblacional

En cuanto a la cigüeña negra, "Extremadura es el núcleo poblacional más importante, con 173 parejas reproductoras seguras", según el catálogo. Esto supone más de la mitad de los ejemplares del país. Dehesa, bosques y valles con humedales próximos, así como los riscos y cortados rocosos de gargantas y ríos copan sus preferencias de nidificación. Aunque su número es estable, los desbroces abusivos, los incendios, la construcción de infraestructuras, las molestias humanas (como la navegación), la electrocución y colisión con líneas eléctricas, y el derribo --intencionado o no-- de sus nidos aún suponen una amenaza para su preservación en la comunidad autónoma.

Más precaria es la situación de la garcilla cangrejera. Con entre 5 y 10 parejas, concentradas entre el embalse de Arrocampo (río Tajo) y el de Montijo (Guadiana), presenta una "elevada vulnerabilidad a escala regional". El uso indiscriminado de fertilizantes y fitosanitarios, así como la limpieza, drenaje o quema de carrizales ponen en peligro la continuidad de su población.

Por su parte, el avetoro común tiene una presencia "accidental" en Extremadura, de acuerdo con este catálogo. Solo en el embalse de Arrocampo se han avistado ejemplares. No obstante, ya a nivel nacional sus poblaciones son muy escasas. "Son especies muy especializadas en la elección de entorno y clima y en España hay muy pocos hábitats adecuados para ellas. Su situación a nivel nacional no es de riesgo, pero sí que pueden desaparecer de la región", reseña Cardalliaguet.

La siguiente categoría con mayor grado de protección es el de las aves sensibles a la alteración de su hábitat. En ella se incluyen 24 especies, entre las que destacan la garza imperial, el águila perdicera, el halcón peregrino, el buitre negro, el cernícalo primilla o la avutarda común. Y es aquí donde se incluyen muchas aves que, desde SEO-Birdlife advierten, están entrando en una fase muy peligrosa. "Hay un grupo, relacionadas con hábitats de cultivos de secano, que están sufriendo importantes pérdidas de población", explica Cardalliaguet, que menciona como ejemplos las alondras, avutardas y sisones. Esta última, ave esteparia típica en los cultivos de cereales de la región, ha reducido su presencia en Extremadura en un 40% en los últimos 10 años "y sin saber las razones exactas", de acuerdo con los datos de esta sociedad conservacionista.

Para esta organización también es muy preocupante la situación de rapaces como el milano real o el alimoche. En el caso del primero, el censo del 2006 reflejaba un descenso del 70% de los ejemplares existentes a principios de la década en la provincia de Badajoz; en la de Cáceres, la bajada era algo menor, "pero también preocupante". Por eso, desde SEO-Birdlife invitan a la consejería a reconocer los problemas de fondo, identificar las causas y colaborar en las posibles soluciones para que Extremadura siga siendo una región de referencia para los amantes de la ornitología.