La cuarta caja extremeña está de fusión. El Consejo de Administración de Caja Duero daba el visto bueno a inicios de la semana pasada a la unión con la leonesa Caja España, entidad donde también se dio luz verde a la iniciativa. Caja Duero es, por número de oficinas, la cuarta caja de ahorros con mayor presencia en la región, solo superada por las dos extremeñas y la Caixa. Además, su vinculación con Extremadura también se traduce en una importante inversión en obra social.

Desde Caja Duero se ha preferido no hacer ninguna valoración sobre las consecuencias que podría tener la fusión en Extremadura, tanto en lo referente a su estructura orgánica como a su obra social. En este sentido, se argumenta que todavía es muy prematuro para avanzar nada, y que lo aprobado es, de momento, solo un acuerdo de intenciones.

Sin embargo, es poco previsible que se produzcan efectos significativos más allá del cambio de imagen y nombre. En lo que atañe a la obra social --y efectos coyunturales de la crisis al margen--, porque la entidad resultante seguirá manteniendo un importante peso dentro del mercado financiero extremeño. Y en cuanto a la red de oficinas, porque en Extremadura apenas si hay solapamiento geográfico entre estas dos entidades castellano-leonesas.

Según los datos del anuario de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), Caja Duero acabó el 2008 con 78 sucursales en la comunidad autónoma, 57 en la provincia de Cáceres y 21 en la de Badajoz, mientras que Caja España tiene solo cinco. La primera de las entidades cuenta con una plantilla en Extremadura de 263 trabajadores, frente a los 17 de la caja leonesa. "Por solapamiento casi con total seguridad que no habrá cierres", asegura Carlos García, coordinador en Castilla y León del sindicato Cesica, uno de los que mayor representación tiene en ambas cajas. "Las ciudades donde hay oficina de Caja España, --Cáceres, Badajoz, Plasencia, Mérida y Almendralejo--, pueden asumir una oficina más", argumenta. En cualquier caso, este responsable sindical no descarta que otros criterios, como los de eficiencia o rentabilidad, puedan determinar el cierre de alguna sucursal.

A juicio de Carlos García, esta fusión es "un proceso necesario que viene dado por las circunstancias económicas. Actualmente, en España hay más de veinte entidades inmersas en procesos de este tipo. No es un capricho". Eso sí, pone una condición sine qua non para que se materialice: un acuerdo laboral con los trabajadores a la hora de gestionar el recorte de plantillas. "Sin él no hay fusión posible. Cualquier baja que haya será vía prejubilaciones que habrá que negociar", afirma.

Nuevos estudios técnicos

En un principio, la fusión se había programado a tres bandas, también con Caja Burgos, si bien la entidad burgalesa --la más pequeña de las tres-- ha decidido desmarcarse del proyecto por divergencia en varios de sus aspectos, como el de la ubicación de la futura sede o el reparto de cargos. Esto obligará a adaptar al nuevo escenario los estudios técnicos que se habían elaborado hasta ahora, una tarea que se realizará antes del 30 de noviembre.

Lo que no variará, según explicaron el martes de la semana pasada el presidente no ejecutivo de Caja Duero, Julio Fermoso, y el director general de la entidad, Lucas Hernández, es el calendario diseñado para la fusión. De esta manera, en los primeros meses del año próximo, sendos consejos de administración tendrán que decidir si dan luz verde a la fusión, que debería estar concluida para el verano, por lo que la nueva caja --que estaría entre las diez mayores de España-- podría estar ya operativa a inicios de julio.

Igualmente, Fermoso no descartó que en un futuro puedan producirse nuevas vías de negociación para la integración o fusión con otras cajas, incluso, externas a Castilla y León, informa Europa Press. "Es posible pero el consejo no se ha pronunciado en este sentido todavía", indicó.