Cuatro de cada diez extremeñas en edad laboral está en riesgo de exclusión o pobreza como consecuencia, principalmente, del desempleo, la inactividad y la contratación irregular, según un informe de la Fundación Adecco.

Esta situación se agrava entre las mujeres mayores de 45 años, con discapacidad, con responsabilidades familiares no compartidas y/o víctimas de violencia de género, entre otras causas.

Las mujeres mayores de 45 años ya representan el 39,2% del total de las desempleadas en Extremadura, un porcentaje que hace diez años era del 26,6% del total de mujeres paradas.

Las mujeres al frente de una familia monoparental también se ven aquejadas por el paro de larga duración, pues siete de cada diez lleva más de un año sin empleo y un 18% manifiesta trabajar, pero sin contrato o, "lo que es lo mismo, en la economía irregular en situación de absoluta desprotección".

La discapacidad es otro factor que eleva el riesgo de exclusión social de las mujeres, "convirtiéndolas de hecho en la ficha más débil en el tablero del empleo", según el informe, ya que del total de contratos firmados por personas con discapacidad, sólo un 33% fueron rubricados por mujeres.

Por último, 7 de cada 10 mujeres víctimas de la violencia de género destaca el desempleo como un factor que perpetúa la violencia, al ser un freno para denunciar o pedir ayuda.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, la Fundación Adecco, en colaboración con varias empresas, ha realizado un análisis de la situación profesional de las mujeres a las que ayuda a encontrar empleo.

Según el indicador de riesgo de pobreza y/o exclusión social (AROPE), se consideran tal riesgo cuando, al menos, se registra uno de los criterios fijados, como vivir en un hogar con una renta inferior al umbral de la pobreza (el 60% de la mediana de la renta nacional, fijada en 2016 en 684 euros mensuales).

También se incluye el estar en privación material severa, no pudiendo afrontar, al menos, cuatro de los siguientes gastos: vivienda, calefacción, vacaciones, alimentación básica, gastos imprevistos, teléfono, televisor en color, lavadora o automóvil.

El tercer criterio es vivir en un hogar con baja intensidad de trabajo (inferior a 0,2), definida como la relación entre el número de meses trabajados por todos los miembros de la unidad familiar y el número total de meses que podrían trabajar, como máximo, todas las personas en edad laboral de dicho hogar.

Con la crisis económica, un gran número de mujeres, senior, hasta el momento inactivas, decidieron buscar empleo para apoyar a una economía doméstica resentida.

En concreto, 2017 cerró con 88.600 extremeñas mayores de 45 años activas, un 55% más que en 2007, cuando se contabilizaron 57.300.

Sin embargo, muchas de las que se iniciaron en la búsqueda de empleo se toparon con la crudeza de un mercado poco acogedor, de modo que al incorporarse al mercado laboral, lo hicieron directamente al desempleo.