En el pueblo del actor Ramón Fontseré, Torelló, hay una línea de ferrocarril del siglo XIX que no ha experimentado grandes cambios. Es un ejemplo de incuria, de abandono que lamenta el protagonista de la mayoría de los montajes de la compañía catalana Els Joglars. Bien le vendría uno de esos montajes satíricos, en este caso contra la clase política, que encarnan como pocos en España el grupo dirigido por Albert Boadella. En Extremadura habrá este fin de semana una sesión doble de Els Joglars con sus dos últimos montajes, En un lugar de Manhattan (Cáceres), y Controversia del toro y el torero (Badajoz).

Al hilo del cuarto centenario de la publicación de la primera parte del Quijote , de Miguel de Cervantes, Els Joglars ofreció su particular visión de la obra, en realidad una libre recreación de la novela cervantina, al convertir a Don Quijote (Fontseré) en un fontanero, y a Sancho Panza (Pep Vila) en su ayudante, ambos recién salidos de un sanatorio siquiátrico. Los dos personajes, que se creen sus papeles de ficción, irrumpen en los ensayos de un montaje de un Quijote vanguardista, cuyas andanzas discurren en las calles de Nueva York.

UN LIBRO MARAVILLOSO "Yo leí El Quijote de niño, en la escuela, y me pareció un tostón", explica Ramón Fontseré, ligado a Els Joglars durante casi dos décadas. "Cuando volví a leerlo, ya de joven, encontré en él un libro maravilloso". La tercera lectura le llegó al actor cuando la compañía catalana decidió afrontar el montaje de En un lugar de Manhattan , donde Els Joglars intenta recuperar el espíritu y los valores de esta novela: "La dignidad, la hombría, la palabra dada, la caballerosidad", que no son tenidos en cuenta, según Fontseré, en el mundo de hoy.

Proliferaron Quijotes de todo tipo durante el año del cuarto centenario, de tal modo que algunos llegaron a convertirse en "despropósitos. Todo valía". Contra esa adulteración, Els Joglars, afirma el actor, quería ofrecer un "Quijote auténtico, clásico".

La obra se estrenó en enero del 2006 en una situación difícil, según explica su protagonista. Albert Boadella había dado su respaldo a un nuevo grupo político, Ciutadans, con motivo de las elecciones autonómicas catalanas. Ello repercutió en la afluencia de público, que dejó de acudir a la obra, a diferencia de lo que había ocurrido con su anterior montaje, El retablo de las maravillas , donde era frecuente una media de 700 espectadores por función.

CEGUERA El boicot que sufre la compañía en parte de Cataluña "demuestra cierta ceguera". Cargan contra un autor como Boadella, según Fontseré, porque expresa lo que piensa. Pero a Fontseré nunca le ha interesado el mundo de la política. "Veo en ella demagogia, falsedad. No confío en los políticos".

Que el siguiente montaje de Els Joglars fuera Controversia del toro y el torero no hace mucho tampoco por mejorar las relaciones entre la compañía y una parte de sus posibles espectadores en Cataluña. Pero esto es algo que le importa poco a Fontseré. Esta obra, que aún no se ha estrenado en Cataluña, llega casi a las puertas del regreso a los ruedos del diestro José Tomás, el próximo 17 de junio en la plaza Monumental de Barcelona.

La polémica ha rodeado a este coso, que ha estado a punto de cerrar sus puertas bajo la presión de grupos antitaurinos, que se han hecho fuertes en Cataluña con la intención de prohibir las corridas de toros.

"Es culpa de la coyuntura política, de políticos que buscan réditos, porque las corridas de toros no habían molestado antes. A mi padre le gustaban y le emocionaba el valor de un hombre que es capaz de enfrentarse a un animal de 600 kilos. Yo he oído hablar a gente que decían que en Barcelona llegó a haber hasta cuatro plazas de toros; pe-