Ahí viene Er Migue . Gasta melena larga con bucles divertidos. Viste con sudaderas y camisetas ajustadas, tiene unos carrillos jugosos y rellenitos que provocan ternura y de su cuello recuelga una extraña prenda mitad bufanda, mitad foulard de inequívoco color negro. Visto así, Er Migue tiene un aire de botellonero ácrata a punto de caramelo. Pero ¡santo cielo! Nunca engañaron tanto unas apariencias.

Er Migue , en realidad, es Miguel Angel, o don Miguel para las parroquianas inasequibles al tuteo. O sea, el cura párroco de Torviscal, Palazuelo y Casar de Miajadas. Vive en una casa de Miajadas en compañía de otros dos párrocos (Agustín e Isaac), un arcipreste (Enrique) y un futuro sacerdote en etapa de formación (Antonio).

"No parezco cura, ¿verdad?. Pero lo soy y si me necesita sólo tiene que preguntar por Er Migue, así me conoce todo el mundo por aquí". Por aquí es por las Vegas Altas del Guadiana, tierras rurales de regadío a caballo de las provincias de Cáceres y Badajoz, pero pertenecientes a la diócesis de Plasencia. En esta zona nació en 1952 un movimiento que justamente estos días cumple medio siglo: El MRCAC (Movimiento Rural Cristiano de Acción Católica).

Cincuenta años después, el MRCAC de Extremadura está formado por 120 laicos y 15 curas, entre ellos, Er Migue . Se extiende por las zonas de Vegas Altas (Guareña, Madrigalejo, Pizarro, Campolugar, Torviscal, Abertura, Miajadas, Vivares), por los pueblos cacereños de Moraleja, Valdeobispo, Montehermoso, Aliseda, Alagón, Salorino y Mata de Alcántara y en Zahínos (Badajoz).

La diócesis donde el MRCAC tiene más presencia es la de Plasencia, con 80 laicos y 10 sacerdotes. Agustín Cornejo es el consiliario diocesano en el movimieto, es decir, el cura que representa al obispo de Plasencia en el MRCAC. Agustín tiene 59 años, nació en Salamanca y desde 1968 es párroco en Pizarro y en Miajadas, que fue su primer destino y de donde no ha querido moverse nunca.

"Siempre he trabajado en el mundo rural y agrario porque Jesús nos empuja a ello. Lo lógico es que si Jesús se encarnó en el pueblo en que nació, la Iglesia también se encarne en el mundo en que está y asuma la historia, la situación, las alegrías, los fallos y las esperanzas de los hombres", resume Agustín su planteamiento vital.

EL BUEN MARXISTA

Agustín es un hombre maduro y tranquilo. Habla con sosiego, incluso con esas formas y esos tonos que siempre se asocian con lo sacerdotal. Pero si se hace abstracción del ambiente, crees estar escuchando a un buen marxista que se refiere al MRCAC como resultado de un análisis de la historia y de la realidad del mundo agrícola y cuyo fin es transformar el mundo con valores de libertad, justicia y solidaridad promoviendo el desarrollo social.

La diferencia es la palabra evangelización. "La clave de nuestro movimiento es evangelizar la sociedad desde dentro, desde los partidos, los sindicatos, las cooperativas agrarias y las asociaciones con el ánimo de brindar valores evangélicos a la sociedad dinamizando los pueblos. Lo que dice el Concilio: transformar el mundo de Dios", detalla Agustín la filosofía del MRCAC.

Para llevar adelante estos principios, el Movimiento Rural Cristiano sigue una estrategia: que sus miembros estén presentes en consejos escolares, directivas de cooperativas agrarias, ayuntamientos, ejecutivas sindicales. "En Extremadura estamos escorados hacia la izquierda: tenemos concejales de IU y PSOE en Miajadas y Abertura. En Toledo están más escorados a la derecha. Aquí tuvimos también una concejala del PP en Madrigalejo".

A primera vista, la estrategia del MRCAC podría parecerse a la del Opus Dei. Cuando se nombra esta organización, Agustín pega un salto en el sofá. "La diferencia es que nosotros no hacemos fuerza ni presionamos, sino que actuamos como uno más allí donde estamos, sin buscar nunca el poder. Ni el cura ni el grupo dictan nunca estrategias ni normas, cada uno obra en conciencia, se afilia en conciencia y actúa como uno más en cada organización, luchando por unos valores evangélicos, pero no imponiéndolos".

Agustín ha sido testigo de primera fila en la evolución del campo extremeño. "Cuando llegué a Miajadas en 1968, no había ninguna organización agraria salvo las hermandades, sindicato vertical franquista".

El consiliario episcopal en el MRCAC recuerda que a partir del año 1976, los agricultores reconocieron la necesidad de agruparse y empezaron a tener una conciencia sindical y política. "Pero en los años 80, llegó el desencanto y unas subvenciones europeas y un Per que amortiguaron los deseos de cambio, transformación y lucha". Agustín Cornejo cree que desde 1970 hay una reconversión callada, pero brutal en el campo extremeño con un fuerte coste social.