La elección de la dehesa boyal como terreno ofrecido por Albalá al Gobierno para construir el almacén de residuos nucleares ha terminado por convertirse en una puntilla para la candidatura extremeña, ya debilitada por el rechazo social que había suscitado. Las dificultades que entrañaría la adquisición de las encinas que ocupan los parajes de La Carretona y El Encinar --denominación de los terrenos-- o la complejidad de cambiar la calificación urbanística de un suelo que está catalogado como de especial protección por su valor ambiental han sido aspectos determinantes para que la opción de Albalá haya sido la peor valorada en el informe técnico que estudia el Gobierno.

El documento, presentado el viernes al Consejo de Ministros, analiza un total de 18 factores técnicos. Cada uno tiene un peso diferente en la nota final que se ha dado a cada candidatura. En el caso de Albalá, coincide que ha obtenido las peores valoraciones en los apartados más importantes: la calificación urbanística de los terrenos (supone el 10% de la nota), la distancia de transporte (10%), la existencia de instalaciones que impliquen algún riesgo para el almacén nuclear (10%) y la localización en relación a zonas protegidas (8%).

Respecto al primero, la Comisión Interministerial le atribuye la segunda nota más baja posible: "aceptable con reparos" (que equivale a una nota de 3, sobre 10). El motivo es que los terrenos de La Carretona y El Encinar están catalogados como no urbanizables con especial protección por su interés ambiental. Es decir, sería necesario un proceso administrativo para cambiar su calificación y hacer viable el proyecto, un problema que el Gobierno pretende evitar porque considera urgente construir la instalación. En este punto, el informe también destaca --como ya publicó este diario en mayo-- que, aunque el suelo de la dehesa boyal es de propiedad municipal --aspecto que se valora positivamente--, el hecho de que las encinas y los derechos sobre su vuelo pertenezcan a los vecinos del pueblo entraña "dificultades" para poder disponer de los terrenos, ya que requeriría negociar con cada uno de los propietarios.

Asimismo, el informe advierte de que habría que realizar una importante tala de árboles y, al considerar las características ambientales, subraya: "aunque situadas fuera de espacios protegidos, las zonas propuestas contienen Hábitats de interés comunitario de la Red Natura 2000; en concreto dehesas de encinas y alcornoques y estanques temporales mediterráneos". Y recuerda que espacios protegidos como la ZEPA de los Llanos de Cáceres se encuentran a apenas tres kilómetros de los terrenos. Por estos motivos recibe una calificación desfavorable de "aceptable con reparos" en este apartado técnico.

DEMASIADO ALEJADO En relación a la distancia del paraje respecto a las centrales nucleares, Albalá obtiene los peores resultados entre los ocho aspirantes, tanto en el transporte de los residuos por carretera como en el transporte mixto (carretera más ferrocarril). Además, la Comisión reseña que el acceso a la dehesa boyal se realiza a través de caminos vecinales que requerirían obras de adecuación.

El documento también advierte de que existen intereses estratégicos en la zona --permisos de investigación en yacimientos de granito y uranio--; de que el gaseoducto Ruta de la Plata pasa a solo "600 metros" y podría entrañar una amenaza para la seguridad del almacén nuclear; y que la excavación para las obras requeriría de voladuras.

La nota más alta que logra la candidatura de Albalá es en aspectos como la topografía, la geotecnia, la sismicidad, la meteorología o la distancia a las ciudades, con una calificación de "muy buena", equivalente a un 8 y similar a la puntuación obtenida por el resto de candidatas. De esta forma, la opción extremeña es, con diferencia, la peor valorada según los criterios técnicos. El municipio valenciano de Zarra y el catalán de Ascó, con las mejores evaluaciones, parten como favoritas para acoger el almacén nuclear. El Gobierno prevé tomar la decisión este mes.