Viene de la página anterior mientras llena el depósito a un conductor despistado que se da cuenta en ese momento que ya puede circular por la autovía.

Su vecina de negocio es aún más positiva. En el salón del Hostal El Avión , a Conchi Jiménez no le hace falta quitarse el delantal para descubrirse y reconocer que está encantada con la nueva infraestructura. "Lo veo muy bien. Todo lo que sean adelantos para la región es magnífico. Comenzamos a tener autovías y ahora tienen que atraer industrias". Dice que ella ya está espantada de miedos, que la gente "no debe asustarse", que hay que insistir en el trabajo y ser perseverante. "El error es cerrar porque creas que las cosas van a ir mal. A nosotros nos quitaron la carretera hace 12 años, la llevaron más allá y notamos un bajón en los primeros meses. Pero seguimos trabajando, nos adaptamos a las circunstancias y aquí estamos", explica.

Aprovechar lo que hay

Hace unas semanas la Confederación de Entidades para la Economia Social y Autónomos de Extremadura (CEPES) solicitó a las Administraciones medidas para facilitar que los empresarios de las localidades por las que transita la N-630 se adapten a las nuevas circunstancias originadas por la A-66. Así, pedían que se aprovecharan los negocios ya abiertos para crear vías de servicios y no conceder nuevas licencias de restaurantes, hoteles y gasolineras. En esa línea se mueve el argumentario de Oscar Sánchez, que es copropietario de un hostal a unos 12 kilómetros de Aldeanueva del Camino: "Unas veces más y otras menos, pero siempre hemos estado aquí trabajando para dar servicio a la gente que tiene que viajar por carretera y esa prestación deberían reconocerla las administraciones". En su caso, su establecimiento queda ahora a unos 100 metros de la autovía, aunque la fachada principal no se ve desde la A-66. "Hemos tenido suerte porque nos han puesto al lado el cruce de Jarilla, pero hay mucha incertidumbre y nuestra principal preocupación es saber si vamos a poder mantener a la plantilla de 14 personas que tenemos ahora", explica apoyado en la barra, donde a la una del mediodía solo hay cuatro clientes sentados a tomar café.

Todos ellos reconocen que el desarrollo de las obras les ha venido bien, que ha sido un boom económico para sus negocios. Pero temen lo que pueda ocurrir a partir de ahora: "Ya no vamos a tener a los trabajadores de la autovía y tendremos que luchar para recuperar a nuestros clientes de antes, a los que no hemos atendido bien porque estábamos desbordados".

Esa incertidumbre de la que ellos hablan ya la han superado o la están superando en otros puntos de la región. Hace poco más de un año y medio los empresarios de Cañaveral se encontraban en la misma situación. Hoy el alcalde de este municipio cacereño que atraviesa la N-630 ve más aspectos positivos que negativos. "Es verdad que los pequeños negocios se han visto mermados, pero la autovía hay que verla como una oportunidad de desarrollo, porque estamos en un punto estratégico, a 15 minutos de Plasencia y a 25 de Cáceres", comenta Emilio Durán. En este sentido, asegura que el descenso del tráfico por la travesía del pueblo "ha influido menos de lo que se pensaba" y ahora busca cómo aprovechar lo que él llama "oportunidad": "Estamos trabajando en un polígono industrial y tenemos varios proyectos de turismo rural".

No comparten esa visión sus vecinos con negocio. En el Hostal Málaga aseguran que el daño "ha sido mucho" e indican que ya los únicos clientes que paran son del pueblo. Y también piensa lo mismo Lola, que regenta una churrería junto a la carretera: "Antes tenía que abrir a las 7, ahora lo puedo hacer más tarde tranquilamente. No hay comparación". De hecho, según relata, su marido se ha tenido que ir ha trabajar fuera porque "ya no hay trabajo para los dos aquí".

La situación se repite a 50 kilómetros, en Aldeanueva del Camino. Allí llevan cuatro años conviviendo con la autovía y Dionisio Castillejos, su primer edil, lo tiene claro: "Ha sido muy favorable. Nos ha dado mucha tranquilidad, porque pasaba mucho tráfico pesado. Además, desde entonces vienen más turistas y hay mucha demanda de segunda vivienda". Pero en la calle, la opinión es otra. "Hemos perdido el 100% del negocio y los pequeños comercios están cerrando. Yo ahora a las 10 de la noche puedo irme a cas porque no vienen nadie; antes no", lamenta José Luis Redondo, del Hostal Montesol .