Cuando el género y la discapacidad confluyen, surge una doble discriminación que en muchas ocasiones puede generar hasta situaciones de violación de derechos humanos, con la gravedad añadida que siguen pasando inadvertidas.

Esta afirmación, que invita a la crítica como sociedad, ha sido elevada por mujeres y niñas con discapacidad intelectual, cuya situación de doble discriminación sigue siendo un problema de primer orden que "exige la adopción de medidas específicas que incidan sobre las causas reales que le dan origen".

Reflexiones e iniciativas, con denuncias de trasfondo, que vienen recogidas en un documento que insta a la reflexión y a la adopción de medidas: Propuestas para hacer de Extremadura un lugar mejor, elaborado por unas 200 mujeres con discapacidad intelectual bajo el abrigo y la coordinación de Plena Inclusión.

"¿Tienes un minuto?", han preguntado estas mujeres y jóvenes a representantes de la sociedad extremeña para comentar inquietudes, proponer medidas y exigir actuaciones que pongan fin a las innumerables barreras que cada día deben superar en el ámbito social, cultural, político y económico-laboral.

A través de una treintena de portavoces, de varias asociaciones y municipios, como Mérida, Villanueva de la Serena, Badajoz, Jerez de los Caballeros, Almendralejo y Don Benito, entre otros, las mujeres extremeñas con discapacidad intelectual han fomentado su empoderamiento y participación en la toma de decisiones.

En el marco de esta doble discriminación, y tras una lectura detenida del documento elaborado, destaca una propuesta: "conocer y abordar los casos de niñas y niños que nacen con algún tipo de discapacidad provocada por la violencia de género contra sus madres durante el embarazo, o que adquieren la discapacidad posteriormente por violencia ejercida directamente contra ellas y ellos".

Hasta once iniciativas recoge el informe sólo en este tema.

"En el ámbito judicial y policial se hace necesario un servicio de ayuda especializado en el procedimiento a la atención de víctimas de violencia de género en mujeres con discapacidad; hace falta más sensibilidad", ha afirmado la técnica en terapia ocupacional Belén Parejo.

Esta falta de "sensibilidad" y de concienciación hacia este colectivo, e incluso el hecho de sentir y observar que no se las cree, provoca que estas mujeres víctimas de la violencia de genero "no denuncien".

Por ello, no conciben que los servicios, espacios y recursos dirigidos a la prevención, detección y atención a la violencia de género se estructuren bajo un modelo general que oculta la diversidad de las víctimas.

La participación política es otro frente en el que quieren estar, de ahí que exijan la incorporación de la perspectiva de género y la discapacidad en las campañas informativas relacionadas en los procesos electorales, y la promoción de la accesibilidad universal en los colegios electorales.

Pero hay más. Estas mujeres instan al desarrollo de una investigación centrada en la revisión de las incapacitaciones judiciales que afecten al derecho de sufragio.

Empleo, formación, vida sexual, tejido asociativo, salud, dependencia, accesibilidad, deportes, cultura, economía... y así un largo número de ámbitos en los que exigen ser, estar y participar.

Este informe, que es una llamada de inclusión, tiene otra propuesta que, bien entendida, es digna de una reflexión que roza la vergüenza para cualquier sociedad: quieren tener amigos y amigas "sin discapacidad".