«15 personas mueren cada mes por enfermedades que se pueden curar porque los medicamentos están agotados. Y a la gente enferma no la dejan salir para ir a tratarse a otro sitio. Lo cuentan los propios sanitarios. El bloqueo de Israel es por tierra, mar y aire. Solo hay dos horas de electricidad al día. En el ataque de 2014 destruyeron 60.000 casas, más de 3.000 fábricas... El 65% de la población no tiene trabajo. La situación es catastrófica». La realidad que describe Hussein Abo, un vecino de Cáceres de 48 años, es la que tiene que afrontar su familia en la Franja de Gaza. «Es la cárcel al aire libre más grande del mundo», resume.

El pasado lunes se cumplían 70 años desde que más de 700.000 palestinos huyeron o fueron expulsados tras la creación de lo que llamaron el Estado de Israel. Y desde EE UU se aprovechó esa fecha para trasladar su embajada de Tel Aviv a la ciudad de Jerusalén (reclamada como capital por ambas partes). Ese día tuvo lugar la mayor protesta en Gaza por el retorno de los refugiados. Y durante la misma, el Ejército israelí mató a 60 palestinos, cinco de ellos menores de edad. También falleció una bebé debido a los gases lacrimógenos lanzados.

La masacre (la mayor ofensiva desde aquel fatídico año 2014) ha vuelto a poner en el foco este sangrante conflicto y ha levantado un aluvión de voces de indignación.

Entre ellas, la del palestino Hussein, que desde Extremadura, donde lleva más de dos décadas residiendo (trabaja en la Junta), lanza una crítica clara: «La comunidad internacional mira hacia otro lado. La realidad es que los fuertes se ponen del lado de los fuertes».

Angustia y preocupación

Hussein vive estos días angustiado y con gran preocupación por sus hermanos; no puede evitar el miedo a lo que pueda ocurrir. Las imágenes que les llegan asustan.

En Cáceres reside con su mujer, que es extremeña y católica, y sus tres hijos menores de edad: «Cuando sean mayores que ellos decidan a qué religión quieren pertenecer».

La última vez que visitó Gaza fue hace ya ocho años: «La sensación fue bastante mala. La frontera es complicada tanto para entrar como para salir».

Eso lo sabe bien otro palestino, Adel Najjar, imán de la mezquita de Badajoz y portavoz de la Unión de Comunidades Islámicas de Extremadura. En agosto de 2016 viajó a su tierra natal para ver a su madre de 84 años y estuvo nueve meses retenido. «Me despedí de ella sabiendo que no la volvería a ver», manifestó nada más aterrizar en el aeropuerto de Barajas tras el complicado periplo. De hecho, al poco tiempo, falleció.

Con su hija

En su misma situación se encontraban otras 20.000 personas esperando para poder salir: «Enfermos que aún no habían sido atendidos, estudiantes de universidades europeas que habían perdido el curso...», recuerda el imán de Badajoz.

Con él habían viajado su mujer y su hija, a la que tuvo que matricular allí en un colegio para que no perdiera el curso escolar. «Lo bueno es que le sirvió para aprender el idioma».

Durante su encierro en la Franja de Gaza vivió frecuentes cortes de luz de ocho horas, vio cómo miles de familias que perdieron el hogar durante los bombardeos de 2014 no podían volver a levantar sus casas por el control sobre el material de construcción, porque el precio del cemento es muy elevado (mucho más caro que en España); y lo peor, estuvo cerca de dos ataques, uno de ellos con un menor entre las víctimas mortales.

Ahora ve las imágenes por televisión y teme por sus hermanos que están allí. «Sufren como todos, le pedimos a dios que los proteja y los salve».

«A sangre fría»

«Asesinan a sangre fría -continúa Najjar- a quienes reivindican un derecho legímito: volver su tierra». Y añade: «Porque el Ejército israelí es un asesino que sabe que está protegido, y también sabe que su víctima se encuentra sola».

No obstante, quiere distinguir, según su punto de vista, el papel que juega EE UU y el que se aplica desde la Unión Europea, «que es una postura pacífica».

«Estamos viendo cómo están matando a gente mientras al mismo tiempo se está inaugurando una embajada fuera de la legalidad», expresa con indignación. «Me pregunto si los dos millones de habitantes de la Franja de Gaza también están dentro de la declaración universal de los Derechos Humanos», agrega.

Asegura que, desde Extremadura, es muy importante seguir concienciando acerca de la injusticia y los ataques que sufre continuamente el pueblo palestino. «La comunidad internacional debe intervenir para proteger a las víctimas inocentes».

Coincide con él Hussein Abo, que no duda en sentenciar: «No hay humanidad. Al final lo que prima son los intereses económicos».