En el 2016 fue sobre todo a causa de los daños ocasionados por el pedrisco y las lluvias. Este año, por la sequía. Las compensaciones por reveses climatológicos han dejado en los dos últimos ejercicios más de 119 millones de euros en la región, de acuerdo a los datos facilitados a este diario por Agroseguro. En estos dos ejercicios, el número de hectáreas aseguradas que han sufrido mermas en sus producciones por circunstancias climatológicas se ha acercado a las 120.000 en Extremadura.

El año pasado, la siniestralidad motivada por el pedrisco fue la que deterioró mayor superficie agraria en la región, con 14.281 hectáreas de un total de 69.667. A continuación aparecen las lluvias, con 13.971 hectáreas, la fauna, con 8.976, y la sequía, con 7.719. Durante el conjunto del año, el volumen total de indemnizaciones ascendió a 62,72 millones de euros. Por líneas de seguro, la de las hortalizas lideró el ranking, con 18,35 millones de euros, por encima de frutales (15,26 millones) y sequía en pastos (12,38 millones).

«Las lluvias y el pedrisco de julio supusieron un golpe importante tanto en tomate como en frutales en la zona de las Vegas Altas», explica Jesús Cano, director territorial de Agroseguro en Extremadura.

En cuanto al 2017, con datos casi cerrados si bien aún provisionales, el volumen de las remuneraciones concedidas en la región ha sido de 56,35 millones de euros. Se trata de un importe solo algo menor que en el 2016 pese a que se ha producido un sensible descenso de las hectáreas protegidas que se han visto afectadas, que han disminuido casi un 30%, hasta las 49.385.

En este sentido, a la hora de realizar comparaciones hay que tener en cuenta dos factores. Por un lado, que el seguro de sequía en pastos, el que ha supuesto la mitad del montante total de las compensaciones este año, se paga no por superficie, sino por cabezas de ganado. Por otro, que el capital asegurado y, por tanto, la indemnización previsible por hectárea, varía mucho entre unos sectores y otros. «Son totalmente diferentes entre un frutal y un cereal, por ejemplo. Aquí los más caros son cultivos como la fruta, el tomate o el tabaco. Igual estamos hablando de mil euros por hectárea en el caso de los cereales y de diez mil euros en el de la fruta», explica el director territorial de Agroseguro. Esta circunstancia contribuyó a aumentar las indemnizaciones en el 2016, cuando hubo el doble de hectáreas estropeadas tanto de hortalizas como de frutales en comparación al presente año.

SEQUÍA EN PASTOS

El capítulo de sequía en pastos se ha llevado este año cerca de 28,8 millones de euros, y eso sin contabilizar aún los perjuicios causados en su último tramo por la ausencia de agua. A este importe habría que sumar el correspondiente a otros cultivos, como los herbáceos extensivos (trigo, cebada, maíz o arroz, entre otros) que también se han visto perjudicados por esta misma circunstancia.

El de pastos es un seguro pecuario. Las producciones que se contratan son las vacas, ovejas, cabras o caballos de una explotación y el riesgo que se cubre es que puedan quedarse sin alimentación en el campo a causa de la falta de agua. «Técnicamente se llama un seguro indexado, porque no se perita», cuenta este responsable de Agroseguro. Se contrata en julio o agosto (los meses de verano quedan fuera porque lo normal de por sí en la región es la ausencia de pastos) y las coberturas abarcan desde octubre hasta junio.

La ocurrencia del siniestro se determina a través de la información ofrecida por imágenes de satélite que son procesadas diariamente por un laboratorio especializado de la Universidad de Valladolid. Cada mes se divide en tres decenas de diez días y, en función de la mejor o peor situación que se registre, cada una de ellas se sitúa en uno de los cuatro niveles que componen el índice, a los que se le asigna un color: verde, amarillo, naranja y rojo. Los profesionales extremeños pueden recibir indemnización desde el momento en el que se superan las tres decenas en naranja o rojo en su zona. La cuantía de la cantidad que recibirán va a depender de los animales de los que se trate (es mayor el valor en el caso de una vacas que de una oveja, por ejemplo) y de cuándo se ha producido la falta de lluvias. «Las decenas de primavera tienen una indemnización mayor que en otoño, porque es mucho más gravoso para un ganadero que no haya hierba en el campo en ese periodo», puntualiza Cano.

«Todos los que contrataron el seguro el año pasado, cobraron, porque todas las comarcas de Extremadura tenían más de las tres decenas, y de lo que va de octubre para acá, con el panorama que hemos tenido, también van a hacerlo», subraya. «Los datos de octubre y noviembre han sido muy malos y los de diciembre, cuando salgan, también lo serán. Lógicamente esas nueve decenas van a ser indemnizables», agrega.

La penetración en este tipo de seguros es baja, en torno al 20%. «Los ganaderos que contrataron ese seguro en 2016, que fue un año bastante malo, lo convirtieron en uno normal o incluso tirando a bueno», arguye este responsable de Agroseguro, que incide en que «si todos los ganaderos» lo hubiesen suscrito, extrapolando el dato a las indemnizaciones, estas se hubieran movido por encima de los «cien millones de euros» en la región.

DIFERENCIAS ENTRE SECTORES

El nivel de penetración en la contratación de seguros agrarios oscila mucho entre unos sectores y otros. Así, hay cultivos «que desde hace muchos años han asumido el seguro como un coste más de su explotación, como el agua o el abono, y lo siguen contratando independientemente de que un año haya que indemnizarles poco o mucho». Es lo que ocurre con el del tabaco, resalta, «que tiene una fidelidad pasmosa». Se trata del seguro «que en siniestralidad mejores resultados aporta a Agroseguro, no a nivel regional, sino nacional, porque tiene una siniestralidad tremendamente controlada, sin que eso suponga que los tabaqueros digan: ‘como tengo pocos siniestros, este año no lo contrato’».

Algo similar ocurre con el sector de la fruta de hueso, a pesar de llevar «tres años» con unos precios «poco alentadores». «Antes de empezar la contratación me atrevo a decir que, si este año no hay una penetración absoluta, como la hubo el pasado, lo será casi».

Otros sectores, en cambio, se mueven en proporciones menores. En la viña se está «en un 35% o 40%» de la superficie total, mientras que en cereza «no llegaremos al 10%». En este caso, influye que «las primas y las franquicias son altas porque tiene una siniestralidad también elevada». La penetración es igualmente baja en el olivar, donde «podemos estar en poco más de un 5% o un 10%», si bien aquí Cano diferencia entre aquellas explotaciones en las que la producción de aceituna «no deja de ser una renta complementaria a otras, y no se vive exclusivamente de eso», por lo que resulta más comprensible que no se aseguren, y aquellas otras, «de regadío por ejemplo» en las que es la producción principal y «cuesta más entender que no se lo planteen».