Me preguntaba la semana pasada que si a los ideólogos de la gran mentira sobre el montaje de los viajes de Monago en su etapa como senador les había merecido la pena para intentar destruir políticamente al presidente extremeño el dolor personal que deben de haber pasado su familia, tanto su mujer como sus dos hijos. Mucho odio y rencor deben de acumular (quizás por no haber recibido en su día un gran puesto cuando el PP ganó las elecciones o en otros casos habiéndolo conseguido al principio pero durando luego poco en el cargo) como para poner en marcha una ignominia de tal calibre. Por mucho que la política muestre lo peor del género humano, en España jamás se había llegado tan lejos con una campaña tan coordinada, durante tanto tiempo y que fuera a lo más sagrado de una persona.

Aunque sea político, nuestro país había establecido unas reglas sagradas que hasta ahora nadie había atravesado, salvo aquellos que venden a cualquier precio su vida delante de un plató de televisión. Esa raya ya se ha atravesado y veremos cuál es el siguiente damnificado a no ser que la Justicia sea implacable cuando su momento contra aquellos que publicaron --con datos falsos, eso está ya comprobado, y sin aportar una sola prueba-- una gigantesca basura que otros multiplicaron en sus medios sin rechistar, sin ni tan siquiera dudar de su veracidad, sin pedir un solo documento que lo avalase. Y lo peor es que una vez pasadas más dos semanas, y mientras algunos comunicadores prestigio de nuestro país entonaban el 'mea culpa' y pedían disculpas al dejarse arrastar por la marea, otros mantiene su postura de 'sostenella y no enmendalla' con tal de no estropear un invento que creen que por sí solo les devolverá al poder.

Daba grima escuchar el viernes el retorno de 'Pili y Mili' a los escenarios, los responsables sindicales UGT y CCOO en nuestra región, hablando de "higiene democrática" y exigiendo la "dimisión" del presidente regional. Son los mismos, o sus antecesores, que han estado instalados en la verdadera 'casta' política de privilegiados que gobernó esta región durante tres décadas, los mismos que han ejecutado sin pestañear y en las peores condiciones EREs a sus trabajadores en sus propios sindicatos, pero que a la misma vez, como en el caso de UGT, construían una macrosede de lujo en Mérida bañada en irregularidades, incluido recalificaciones de terrenos más que dudosas, y despilfarrando un pastizal de dinero público.

Los mismos que se quedaron mudos, petrificados, cuando saltaron a la luz diversos escándalos de la administración socialista, desde el 'caso Amigo' o 'Dicogexsa' --por poner sólo dos ejemplos-- o los más recientes de Feval o todo lo que rodea al SES, desde sus oposiciones a concesiones millonarias a una empresa sin contrato.

El viernes, juntitos y en compañía, volvieron al escenario, los mismos que firmaron decenas de planes de empleo durante años sin resultado alguno pues ni con la economía 'viento en popa y a toda vela' Extremadura salir nunca del furgón de cola del desempleo de nuestro país mientras ellos tocaban la guitarra y aplaudían... No se acordaban, ni ya instalados en la crisis, que en toda España estaba implantada desde hace años la renta básica para los más desfavorecidos mientras en Extremadura no existía. Y así una tras otra.

Así que, después de una legislatura con el cuchillo entre los dientes desde el primer día, vieron 'lo de Canarias' y se tiraron de cabeza, en plancha, aunque la piscina no tuviera agua. Les da igual, porque en el fondo su preocupación no son los trabajadores sino el volver al sistema viciado de por sí pero que tanto les ha favorecido.

El tiempo dirá si la difamación les ha valido la pena a sus inductores porque una vez que Monago salvó el golpe de los primeros días, la impresión a día de hoy es todo lo contrario. Lo hicieron con tanta saña, apelando tanto a las vísceras, durante tanto tiempo, sin una sola prueba, de forma tan descarada, que las consecuencias habían sido completamente las contrarias a las que preveían y han provocado un claro efecto 'boomerang'.

Aunque será en mayo cuando se dictará sentencia, y nunca se podrá saber realmente los efectos que tuvo el caso, una vez pasado el huracán que no ha derribado a Monago, la primera encuesta con más de 1.000 consultas (casi el doble que la última encuesta publicada en nuestra región) lejos de menoscabar la imagen del presidente extremeño la reafirma. Y claro que es una encuesta, sólo una encuesta, con todo lo que eso significa. Pero es el único instrumento real que marcó casi al instante a efectos de opinión pública cómo transcurrió la semana pasada las consecuencias del huracán al que se enfrentó Monago. Y, tras un primer momento de dudas, su credibilidad ha salido intacta. Ahora, con los datos ya conocidos, se pueda entender mejor algunas decisiones tomadas (y queda la ¡traca fina!l de este próximo jueves con sorpresas importantes) por el propio presidente y su equipo de colaboradores más cercanos, que no atravesaron esa 'línea roja' que a coro todos parecían empujarle, como subrayamos aquí la semana pasada: 'Dí que habías cambiado de residencia y que vivías allí', apelaron aquellos que creyeron que con ese argumento, que es falso en su génesis, salvarían el pellejo del presidente "en un minuto". Entre otras cosas, porque su futuro hubiera quedado en manos --y en la cuenta corriente-- de la otra parte de esta ingrata película.

Que el 32% de los extremeños siga eligiendo a Monago como el presidente extremeño preferido --casi diez puntos por encima de Vara-- ya denota algunas, como también lo es, a la par, que nada más y nada menos que el 45% de los encuestados están indecisos sobre su voto. En ellos está la clave en mayo, mientras las costuras de Podemos empiezan a rescrebrajarse... Hasta entonces, quedan todavía seis meses con muchas cosas que hacer y aunque algunos (no ahora sino desde hace tiempo) estén deseando poner el punto final a la legislatura, los extremeños necesitan a un presidente fuerte y consolidado para afrontar los problemas que sigue padeciendo la región. Y por lo visto esta semana se encuentra en perfecto estado de forma. Ahí está la gala de La Ser para confirmarlo...