Como muchas mujeres, María trabaja dentro y fuera de su casa, y como es lógico se preocupa por la alimentación de sus hijos. Tiene dos hijas, de 30 y 24 años, y una tercera de 14 que va al instituto donde puede encontrar en la cafetería bocadillos, chucherías y bollos.

"Me preocupa lo que pueda comer mi hija pequeña cuando está fuera y no tengo dudas de que lo más sano es que se lleve un bocadillo de casa, el del siempre de chorizo y queso".

Pero María García también es consciente de que las familias han cambiado y de que con la incorporación de la mujer al trabajo no siempre se tiene todo el tiempo que se quiere para atender a los hijos "a veces lo más cómodo para los padres es dar dinero para que se compren lo que quieran y eso no lo podemos controlar". Por ello vería bien que se prohibiese la venta bollos y chucherías los institutos "me daría más tranquilidad", indica.