Durante la semana lleva una vida asistemática de viajes y comidas fuera de casa, pero al llegar el domingo, sigue unas costumbres fijas: paseo mañanero por la Sierrilla, el paseo Alto o la sierra de la Mosca, recogida de periódicos, lectura de prensa, relax, más paseo...

Se llama Jesús Medina Ocaña y es el banquero más importante de Extremadura. Pero no se le ha visto nunca en yate por Mallorca, ni en un safari en Tanzania, ni tomando una copa con Mar Flores. Lo normal es cruzarse con él por Cánovas al anochecer, calzando unas zapatillas de deporte y rematando su diario paseo antiestrés de seis kilómetros.

Está casado con una profesora universitaria, vive en un piso de la avenida de España cacereña, tiene una hija que ejerce la abogacía y un hijo que trabaja en un banco americano en Londres y lo que más le gusta, además de nadar y andar, es comerse en su casa un plato de lentejas o un arroz con patatas y bacalao. Preside la entidad Caja de Extremadura y es manchego.

En su paseo de esta tarde reparará en que en las cabinas telefónicas aparece la cara de Saponi, candidato del PP a seguir en la alcaldía, con una leyenda: De Cáceres de toda la vida. Y usted... manchego. ¡Vaya por Dios!

-- No reniego de mi pueblo porque allí están mis sensaciones, mi infancia, pero noto que me siento de Cáceres, que aquí he realizado mi vida profesional a lo largo de 31 años, que aquí se han criado mis hijos...

Lo recuerdo hace 20 años, siempre encorbatado como correspondía al jefe de la Inspección de Trabajo, yendo a recoger a su familia a la piscina del casino, de La Colina, y dejando a las buenas familias ´cacereñas de toda la vida´ un punto descolocadas. Fíjate, tan elegante y tan socialista, decían.

-- Es verdad que en esta ciudad que entonces era tan conservadora, los funcionarios tenían un respeto y una consideración... Yo era como era y vestía como vestía, pero la gente pensaba que ser del PSOE era ir desaliñado, incluso sucio, lo que demostraba una cortedad de miras tremenda. El socialismo es ser una persona trabajadora y honesta, solidaria con la sociedad en que vive.

CON ALMUNIA Y CON IBARRA

En 1982, el ministro Almunia lo nombra director general, pero en cuanto tiene la primera oportunidad, retorna a Extremadura como consejero de Presidencia del primer gobierno autonómico de Rodríguez Ibarra. Han pasado 20 años... ¿Han cambiado muchas cosas?

-- No han cambiado ni el entusiasmo ni las ganas de cambiar esta tierra, pero sí ha variado la concepción que tenía la opinión pública de Extremadura. Antes, los extremeños creían que estaban predestinados a ser lo que eran y que no había posibilidad de cambiar, parecía que no había posibilidades de superación. Con la autonomía, la gente ha cambiado de opinión y sabe que nada se da en una tómbola, sino que todo es producto del afán y del esfuerzo. Los extremeños ya saben que nada cae del cielo, que eso sólo les pasa a los señoritos. Todo lo que se consigue es fruto del método de trabajo y del efuerzo del día a día. No hace mucho, ser empresario era llevar una carpeta con unos papeles y eso era la empresa. Hoy hay empresarios muy serios y competitivos y eso ha sido fruto de un esfuerzo colectivo y del impulso de una autonomía, de un gobierno y de un presidente, Juan Carlos, que es un valladar en esto.

Observo que es usted de los que llaman Juan Carlos a Rodríguez Ibarra. Eso significa que se está cerca del poder. Mire, ¿aquí en Caja Extremadura, a cuya presidencia accedió tras dejar la consejería, hay que ser tan florentino como en política o esto es más cómodo?

-- La caja no es nada cómoda. Desde la calle parece que todo se reduce a dar dinero, pero en la trastienda sabes que hay que decir que no muchas veces. En lo del florentinismo, creo que en todos los sitios hay que ser sensible y tener habilidad, no se puede ser siempre directo.

¿Se ha planteado regresar a la política activa? Hay quien piensa y dice que sería usted un

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