Domingo Jiménez Montaña es un gitano de Zafra, hombre ilustrado en tres universidades, orgulloso de absorber la cultura de los payos sin renunciar a la suya. Vive en Cataluña y el martes celebró junto a su gente el Día Internacional del Pueblo Gitano.

¿Le ofendo si le digo que no parece gitano?

--Hubo una época en que sí me habría ofendido. Pero ya no. Sé que llevo al gitano dentro.

También lleva la ilustración.

--Procedo de una familia de herreros de Zafra. Sabrá que hay gitanos chalanes, canasteros y herreros... Mi abuelo paterno era forjador. En Zafra hay montones de ventanas hechas por él... Estaba obsesionado con las medidas, le daba valor al saber. Cuando echábamos la siesta, siempre me decía: "Cuéntame cosas que te enseñen en el colegio".

Orgulloso estaría. Ha hecho usted tres carreras.

--He hecho Magisterio, Pedagogía y Psicología. Pero al principio no lo pasé nada bien. Yo era el único niño gitano de mi escuela. De aquella época recuerdo las carreras que me pegaba desde el colegio a casa para que no me pegaran. Y era tan consciente que, para que mi padre no la liara, no decía nada en casa. Ese silencio se acabó en Barcelona. Tenía 10 años cuando mi padre encontró empleo de conserje en Gr cia. Fui feliz en la escuela. Pude comprobar cuánto aprende un niño cuando está tranquilo.

Es un caso infrecuente.

--Cada vez hay más gitanos con formación. Algunos incluso se meten a hacer páginas web... Pero el nivel de formación general no es el deseable. Muchos no acaban la secundaria.

¿Los padres gitanos se resisten a escolarizar a sus hijos?

--La educación siempre ha formado parte de las preocupaciones de los padres gitanos. Pero el hecho de que otros se encarguen de la educación de sus hijos --la educación no es sólo instrucción, también transmisión de valores--, crea desconfianza. Temen que la escuela los aculturice.

Entiendo. Pero...

--Los gitanos intentamos defendernos de aquello que nos contamina. Una minoría debe tener el derecho de protegerse.

¿Y crear escuelas gitanas?

--¡No! Los sitios donde sólo viven gitanos son sitios fatídicos. Para progresar necesitamos la interrelación. Yo creo en la interculturalidad. Y creo que las autoridades deben propiciar espacios de relación.

¿Qué es ser gitano?

--Ser gitano es sentirse gitano. Es tener la necesidad de ayudar a los tuyos. Es tener un valor de la familia...

¿Y el payo?

--Habrá gitanos que piensen que es alguien con quien no hay que tener nada. Para mí, y para muchos, es alguien que puede ser próximo, con el que se puede tener una amistad.

Confiese. Hay cierta prevención.

--No es tan fácil la cosa... Por ejemplo, para nosotros la palabra es importantísima. Y las maneras. Dos gitanos nunca se faltan al respeto hablando. No oirá una palabra gorda entre ellos... Otro ejemplo, los gitanos consideramos que hay que saber mucho para estar mucho rato bailando. Si una paya se pasa media hora bailando falta al respeto, ¿entiende? Y es por ahí por donde viene la prevención. Esperas que el payo no haga cosas que te ofendan.

Los payos desconocemos todos esos códigos.

--Claro. Por eso el gitano, ante el temor de no ser comprendido, suele huir. Y aquí el papel de las asociaciones es muy importante. Tenemos que intentar explicarnos más. Explicar qué significa la familia, cuyo concepto es muy extenso. Los ancianos tienen un papel privilegiado.

¿Se relacionan con los gitanos rumanos que pueblan las calles?

--Ellos no son como nosotros. Sus tradiciones no son las mismas. Algunos de ellos, por ejemplo, tocan instrumentos en los cementerios por Todos los Santos. Y esas cosas se extienden... Pueden provocar choques.