Las campañas de saneamiento no están siendo suficientes para atajar un mal endémico de la ganadería extremeña: la tuberculosis bovina. La enfermedad avanza por la superpoblación de especies salvajes, como jabalíes, ciervos y gamos, y supone un problema para los ganaderos de las zonas donde conviven estos animales, principalmente en el entorno del Parque de Monfragüe y la zona de la Sierra de San Pedro.

Ante esta situación, la Dirección General de Medio Ambiente declaró el pasado lunes, según consta en el DOE, la emergencia cinegética en más de 60 municipios extremeños para controlar las especies de caza con el fin de conservar el medio natural y evitar el contagio de la enfermedad en las ganaderías domésticas. Tras analizar los datos del Servicio de Sanidad Animal así como de la Unidad de Patología Infecciosa y de la Unidad de Biología de la Universidad de Extremadura, la Consejería de Agricultura constata la existencia de riesgo de contacto entre ambas especies y de la propagación de la tuberculosis y este año ese riesgo se da en una veintena de municipios más que en años anteriores. Se suman las comarcas del Jerte y la Vera y el sur de Badajoz, que desde que se estableció la resolución de emergencia cinegética hace 14 años parecían libres de la enfermedad.

La emergencia supone que en los 60 municipios declarados se permite cazar en las partes abiertas de los cotos y se amplían los cupos de caza. En las zonas de Monfragüe, Villuercas-Ibores-Las Jaras y La Vera-Jerte se permite cazar hasta un 50% más de hembras de ciervo --sin cupo en gamos-- que lo que marca el plan de caza, frente al 25% de más que se permitió en la temporada pasada. En la zona del Tajo el cupo se amplía un 10%. Además de la tuberculosis, otro motivo por el que se aumenta el doble los cupos de captura en Monfragüe "es porque los ciervos están colonizando zonas nuevas, donde además ha proliferado mucho el corzo, y para fomentar esta especie, es conveniente limitar la proliferación del ciervo", señala la Consejería de Agricultura. El resto de medidas encaminadas al control de poblaciones tratan de facilitar que se lleven a cabo los cupos de capturas de los Planes Técnicos de Caza. Además, para atajar posibles focos de zoonosis (tuberculosis y brucelosis), la resolución establece condiciones especiales para casos de alimentación suplementaria en las zonas de emergencia, así como se podrán abatir ciervos y jabalíes sin tener en cuenta los cupos establecidos en las partes cerradas de los cotos privados de caza.

Esta declaración se dicta en torno a dos criterios: una prevalencia alta o un aumento de los niveles de tuberculosis bien en la fauna salvaje o en la ganadería que habita en zonas de caza, explica Javier Hermoso de Mendoza, miembro de la Red de Grupos de Recursos Faunísticos de la Uex. Este experto señala que se trata de un problema que afecta a todo el oeste penínsular completo, no solo Extremadura, "que es la única que toma medidas en base a unos criterios precisos y objetivos".

La emergencia cinegética, llega semanas después de que APAG-Asaja diera la voz de alarma ante el aumento de la tuberculosis en las explotaciones de vacuno extensivo. Enrique Musleras, el presidente de Ganaderos del Reino, asegura que conviven con el problema desde hace tiempo. "La emergencia cinegética supone que se está poniendo atención, pero no es suficiente para erradicar la enfermedad". Lamenta que solo se ponga el acento en estos 60 municipios "cuando el jabalí, uno de los propagadores, se extiende por toda la región".

Según el último informe de tuberculosis bovina en 2012 publicado por el Ministerio de Agricultura, en los últimos tres años la prevalencia de la enfermedad en las explotaciones se ha incrementado levemente, pasando del 3,04% en 2010, esto es tres ganaderías infectadas de cada cien, a 3,29% en 2012. Esta cifra es la mitad de la prevalencia hace una década, pese a ello Extremadura, junto a Castilla y León, es la única región que aumenta la incidencia, aunque Andalucía supera a ambas provincias. Durante el año pasado se infectaron 1.526 animales en la región en 303 explotaciones, solo cuatro menos que en Andalucía, la más perjudicada. Pero ello no supone que dejen de ser válidos, puesto que son aptos para consumo.

El aumento de la prevalencia supone, además de un riesgo para otros animales, un coste para los ganaderos, obligados a realizar un segundo saneamiento, pero también para la Junta, que tiene que hacer frente a indemnizaciones por el sacrifio de reses, vacíos sanitarios o servicios veterinarios, asegura la organización agraria.

Su presidente, Manuel Laparra, reivindica un mayor control sobre las especies cinegéticas y la rebaja de la prevalencia para asegurar la producción de los ganaderos. "Si no se disminuye drásticamente el censo de animales propagadores y portadores, nunca se podrá reducir la prevalencia de la misma".

"Es una hipoteca tremenda para los ganaderos. La situación se está desbordando, porque no se ataja el problema. La caza no es la solución si la gente no quiere cazar hembras porque buscan trofeos, que los dan los machos. Lo he escuchado de varios expertos y aunque parezca una barbaridad, la solución sería eliminar toda la fauna salvaje y empezar otra vez. Matando a las vacas infectadas no se resuelve el problema, hay que incomunicar de forma efectiva las cabañas", señala Antonio Gamona, de la Unión de Ganaderos.