Saber manejar un smartphone es ya más importante que tener buena caligrafía». La afirmación, en boca de un profesor de instituto de alumnos de entre 14 y 17 años, provoca sobresalto. Quien la pronuncia remite vía Whatsapp deberes y apuntes a sus alumnos y utiliza aplicaciones del teléfono móvil como una herramienta más en sus clases. «La sociedad va evolucionando y la educación siempre se va quedando atrás», asegura. Darío Alvano es docente de Educación Física e Iniciativa Emprendedora en el IES Tierra de Barros de Aceuchal (Badajoz) y uno de los defensores desde Extremadura de este dispositivo como recurso educativo más.

La utilización de los móviles en los centros escolares enciende una controversia en la que se enfrentan el empeño por su uso constructivo y el temor a que se convierta en un arma violenta que fomente y multiplique el acoso escolar.

De hecho, el juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, abrió de nuevo el debate hace unas semanas defendiendo la prohibición total de los móviles en colegios e institutos como una manera de combatir el acoso. También calificó de «barbaridad» que haya profesores que se amparen en que se emplean algunas aplicaciones para impartir ciertas asignaturas. «Los centros ya están dotados de ordenadores y tabletas para dar las materias, así que los móviles deben ser vetados», dijo el magistrado Calatayud.

«Tampoco es la panacea, pero no me parece lógico ver el móvil como enemigo. El acoso escolar existe desde que yo voy a la escuela. Claro que hay que pelear contra él, pero de otra manera», argumenta Alvano. Educar y no prohibir es lo que defiende este docente extremeño: «Aunque no se permita en las aulas, cuando los chavales salen de clase lo usan igualmente».

¿Qué dice la Junta? / La consejería de Educación y Empleo dispone de una circular de 2006 en la que se pone de manifiesto que el uso de estos dispositivos interfiere en el normal desarrollo de las clases y alienta actos de acoso e intimidación. No obstante, deja en manos de cada centro la decisión de regular o vetar; un dictamen que sale del consejo escolar. «Unos han optado directamente por la restricción total y otros han sido más flexibles», apuntan. Y añaden que desde el servicio TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) se apuesta por «su utilización responsable y no por la prohibición, ya que el móvil tiene también uso pedagógico».

Desde Educación y Empleo intentar impartir cierta formación específica en este área: «Queda incluida en el Foro Nativos Digitales en el que actualmente participan 112 centros de la comunidad con actividades de formación y prevención en redes sociales y nuevos dispositivos», explican. De hecho, la pasada semana unos 200 docentes extremeños participaron en Mérida en una jornada sobre el empleo de los móviles como herramienta didáctica en las aulas. Aunque se abordaron igualmente los peligros del ciberacoso y el sexting (la práctica de sexo por Whatsapp o una aplicación similar).

LA NUEVA ERA / La realidad es que cada vez más profesores se suman a la nueva era, pero casi siempre con el recelo de en qué momento se sobrepasa el límite. «Quizás en algunas asignaturas se podría usar, pero la línea es muy peligrosa», indica José Antonio Romo, portavoz de PIDE, el sindicato mayoritario de Educación en Extremadura. «El problema es que si a una persona mala le das más armas, es mucho peor, y a veces los móviles valen para eso», añade Romo en relación a los problemas de acoso (el curso pasado se constataron 99, 33 de ellos ciberacoso).

Alvano argumenta de nuevo: «Es una gran ayuda para motivar a los alumnos si se sabe cómo gestionarla. Y no podemos evitar la realidad que nos rodea: el móvil se ha convertido en un elemento más de la vida laboral en cualquier profesión».

¿PARA QUÉ SE EMPLEA? / «Nosotros compartimos documentos y apuntes por Whatsapp. Yo se lo mando al delegado de clase y él se encarga de reenviarlo a sus compañeros. También les dejo hacer fotos a la pizarra a la solución de un ejercicio, por ejemplo, para que no tengan que perder el tiempo copiándola. En Educación Física utilizamos aplicaciones de control de distancias o de seguimiento de rutas a través de GPS. No usamos el móvil a diario ni mucho menos, sólo cuando lo necesitamos», explica Alvano.

Su compañera Fátima García-Moreno, profesora de Informática y Tecnología en el mismo instituto, también apuesta por el uso didáctico de los móviles: «Nosotros hemos hecho una aplicación en clase que resuelve una ecuación de segundo grado», pone como ejemplo. «No me parece que el móvil sea el demonio ni mucho menos, es una herramienta de aprendizaje más y así deben aprender a valorarla los niños. No tiene sentido que se prohiba», añade.

Sí está a favor de su restricción durante los recreos: «Yo misma, aunque uso el móvil en clase, he quitado teléfonos a alumnos en el patio porque realmente están prohibidos. Y tampoco veo lógico que se use en ese contexto».

Cuando esto ocurre, el terminal va directamente a la jefatura de estudios y ha de ser el padre o la madre del amonestado quien pase a recogerlo.

Una tercera compañera de este centro, Tania Gallego, profesora de Dibujo, cuenta igualmente su experiencia: «Uno de los ejercicios de este año consistía en que me tenían que mandar por correo electrónico una foto. La gran mayoría no tiene cámara pero sí móvil, así que decidí que lo más lógico era que, en vez de tener que pasarla al ordenador, la hicieran directamente con el teléfono y les enseñé a cómo enviarla por e-mail».

MÁS QUE ACOSTUMBRADOS / Gallego tiene claro que cada vez más profesores de instituto incluyen el teléfono como una opción de trabajo con los alumnos. «A lo mejor no es lo más adecuado, eso depende de cómo tú dirijas tu clase, pero yo sí creo que es muy útil. Y ya que los niños están acostumbrados a manejar este tipo de instrumentos a diario -porque aunque esté prohibido llevarlo a clase siempre lo tienen en el bolsillo- qué mejor que aprendan a usarlo con un fin didáctico».

En una realidad en que alumnos de 1º y 2º de ESO buscan soluciones a problemas matemáticos en vídeos de Youtube, Gallego considera que, en el sistema educativo y en determinadas asignaturas, es inevitable caminar de la mano de la tecnología. «Es la única manera de controlarla».

Pero tampoco se puede obviar que el móvil asusta porque su inadecuado uso (sus opositores siempre apelan al acoso escolar, la intimidación y la grabación de vídeos en los que un menor sufre vejaciones o una paliza) hace que el mal se multiplique sin límite.

Frente al debate de regulación o prohibición, los tres docentes de Aceuchal lanzan una pregunta al aire: ¿La culpa es el del teléfono móvil o de la educación? H