Los planes de ordenación urbana deben de estar por encima de los cambios políticos, especialmente en las ciudades Patrimonio de la Humanidad. Esta es una de las principales conclusiones de las intervenciones de los profesores David Senabre y Antonio Campesino, quienes participaron ayer en el congreso para analizar la evolución en Salamanca y Cáceres.

"La planificación urbana en los cascos históricos tiene que mantener los plazos de revisión y cumplirlos. A la velocidad que se suceden los procesos urbanísticos hoy en día, si no se revisan, las desviaciones son absolutas", comentó ayer David Senabre, de la Potificia de Salamanca. De no ser así, los agentes responsables del crecimiento de la ciudad --según explica el profesor-- pueden tener la tentación de sugerir transformaciones que no estaban pactadas en ningún plan, con consecuencias funestas.

Senabre explicó que el Plan de Ordenación Urbana de Salamanca y el Plan Especial coincidieron en su redacción y aprobación en 1984. En general, han servido como modelo desde el punto de vista patrimonial, conceptual y metodológico. Actúa sobre 86 hectáreas y es por lo tanto el que afecta a más área de todo el país. Está sujeto a un plan nacional de áreas de rehabilitación integrada, lo que le ha permitido una inyección presupuestaria muy importante: 168 millones de euros.

Por su parte, el catedrático de Geografía de la Universidad de Extremadura, Antonio Campesino, hizo una historia de todos los planes de ordenación urbana de Cáceres a los que realizó una crítica con mucha ironía.

Comentó que durante el primer plan que tuvo la ciudad ésta comenzó a crecer en altura y que se hizo una red ferroviaria para atender la minería de fosfatos. En cuanto al plan de 1975 fue, según sus propias palabras, "disparatado y utópico, redactado cuando se revisaba la ley".

Tercer plan

La redacción del tercer plan general de ordenación urbana en Cáceres duró desde 1985 a 1998, con lo que la ciudad se hizo sin plan alguno durante mucho tiempo. "Todos hacía ciudad, menos la propia corporación municipal".

Para ilustrar su intervención el catedrático de Geografía comentó fotografías de los años sesenta comparadas con otras tomadas en la actualidad. Así afirmó que de una concepción de ciudad jardín se pasó al polígono anónimo de los años noventa.

"En Cáceres la percepción del patrimonio se limita al siglo XVI", dijo el profesor, quien añadió que los edificios fuera de los límites de la ciudad Patrimonio de la Humanidad no están a salvo de la piqueta especulativa .

También se despachó a gusto con la bandeja de la plaza Mayor , de la que dijo que era un ejemplo de "urbanismo de maceteros, con bolas y por bolas .

Finalmente, el profesor Campesino propuso la integración de las estrategias públicas y privadas en el urbanismo, así como una especialización cultural --una imagen de marca internacional-- como alguna de las soluciones para la ciudad.