Las altas temperaturas de primavera y verano y la escasez de lluvias afectan ya también al viñedo y el olivar, lo que se suma así a las repercusiones negativas que han tenido el calor y la sequía en cultivos como el tomate, según la coordinadora agraria-Coag Extremadura.

En el caso de la vid se prevé que las condiciones climatológicas de este año afecten a la producción de uva, mientras que respecto al olivar, el cultivo se queda en la actualidad con muy poca agua en diversas hectáreas, ha manifestado a Efe el presidente de esta organización agraria, Juan Moreno.

El sector de la uva analiza actualmente cómo afectará la escasez de agua y el calor a la producción, aunque será "mucho menor" en relación a la campaña pasada, con parcelas que recogerán hasta un 80 por ciento menos respecto a 2016.

"Aunque en líneas generales habrá reducción de producción, será una cosecha muy desigual, pues en algunas zonas la sequía ha sido menor gracias a lluvias de invierno o a algunas tormentas en julio", ha comentado Moreno.

Así, ha augurado que para una parte "importante" del sector en la comunidad autónoma, este año será "prácticamente una catástrofe".

En el caso del olivar, Moreno ha alertado de que los agricultores se han quedado en algunas zonas sin pozos, lo que lleva a la lógica "preocupación" pues hay hectáreas con una amplia densidad de plantación.

En este sentido, cuando se acumulan los meses secos, aquellas hectáreas que buscaban tener más rendimientos a través de una amplia plantación se ven ahora perjudicadas por la ausencia de lluvias.

Esta alta densidad de plantación hace sin embargo que se espere una mayor producción con respecto al ejercicio pasado, aunque aquellas tierras con menos posibilidades para mantener sus pozos serán las principales perjudicadas.

Moreno considera que el "principal problema" se encuentra en la falta de precipitaciones, pues a pesar de las altas temperaturas de primavera, sus efectos se hubieran minimizado con la llegada de lluvias.

La incidencia en viñedo y olivar se suma a la provocada ya en otros cultivos más tempranos, como el tomate, donde las previsiones apuntan a una reducción de la producción de entre un 10 y un 20 por ciento menos en relación a lo esperado meses atrás.

Mientras, el calor tiene menos incidencia en los cultivos de regadío como el maíz y el arroz.