Según el sociólogo y antropólogo Domingo Barbolla, una de las causas del retraso de la maternidad y la paternidad, es que socialmente los jóvenes son adultos sociales más tarde. Es decir, cada vez se emancipan más tarde --por falta de recursos, entre otros factores-- y por incertidumbre o falta de estabilidad laboral, no deciden tener hijos.

Barbolla comenta que algunos ´colegas´ de la profesión hablan de la teoría de la ´placenta social´ (emancipación tardía). Esta teorización señala que los jóvenes necesitan más formación para ser más eficaces en el entorno social.

Para el profesor, a pesar de que la edad biológica para tener hijos está entre los 13 y los 45 años, más o menos, cada vez la edad social se acorta más. Ahora, hasta los 30 años un joven no es adulto social --emancipado y con un cierto poder adquisitivo--. Si a esto, señala, le añadimos los contratos basura y los altos precios de las viviendas, cada vez es más complicado tener hijos.

Cuando un joven, destaca Barbolla, a los 29 o 30 años aún no ve persepectivas de futuro y tiene la idea de que tener hijos es un sacrificio, además de carecer de ayudas sociales, descarta la idea de procrear.

Otra de las causas, señala, es el acceso de la mujer al mercado laboral y el cambio de espectativas de éstas.