Los embalses de la región contienen un 23,3% menos de agua que la que almacenaban hace un año. En total, albergan 8.674 hectómetros cúbicos (hm³), frente a los 11.307 que había a estas mismas alturas del 2016. Y si se toma como referencia la media registrada en la última década, el diferencial es prácticamente el mismo. En conjunto, las presas gestionadas por las confederaciones del Guadiana y el Tajo están a poco más del 60% de su capacidad. Desde ambas entidades se asegura, no obstante, que el suministro para esta campaña, tanto de consumo humano como de regadío, está garantizado, si bien se avisa de que para la próxima podría haber dificultades si se registra otro año más con bajas aportaciones.

En el caso de la Confederación del Guadiana, sus embalses en la región se encuentran al 58,8%. «Los recursos que tenemos garantizan una campaña totalmente normal, con las mismas dotaciones de otras», incide José Martínez, su director técnico. Y aunque esto es algo que ya se les ha trasmitido a los usuarios (regantes, de uso industrial o ayuntamientos con competencias en abastecimiento), también se les ha trasladado «que hay que ser conscientes de la situación, que este es el cuarto año de sequía y que todo lo que ellos puedan ahorrar significará que lo tendremos en reserva para años sucesivos».

Ahora mismo el volumen embalsado en las presas extremeñas del Guadiana es de 4.724 hm³. Las dos más grandes de la provincia de Badajoz, La Serena y Cíjara, apenas superan ya la mitad de su capacidad. Una campaña normal puede suponer el consumo de entre mil y 1.200 hm³ (cada uno equivale a mil millones de litros), de los que el regadío supone en torno a un 80%. Si hay un quinto año con aportaciones por debajo de lo normal, aclara Martínez, «habría que empezar a preocuparse» y pensar «en determinadas medidas de restricción». «Estamos sobreviviendo gracias a las rentas que teníamos almacenadas», remacha.

En cuanto a los embalses de la Confederación del Tajo en la región, están al 62,5% (3.950 hm³) de su aforo, treinta puntos porcentuales por debajo de hace un año. Las dos presas de mayor capacidad, las de Alcántara y Valdecañas, han pasado de estar al 94,1% y al 96,7%, respectivamente, al 58,8% y el 56,5%.

También desde esta entidad se recalca que abastecimiento y riego están garantizados este año en la parte de la cuenca correspondiente a Cáceres. En cuanto a la campaña de riego del año que viene, se precisa que dependerá «de las aportaciones invernales en la mayoría de los sistemas, excepto en el Árrago y el Tiétar, que tienen reservas suficientes». Actualmente, en la parte extremeña de esta cuenca todos los sistemas están en normalidad, excepto el del Salor, que está en emergencia.

Por último, los embalses competencia de la Junta están al 78,7%, si bien se trata de infraestructuras de mucho menor tamaño (entre cuatro decenas de ellos suman 68 hm³).

Durante el pasado abril, la precipitación media en Extremadura fue de 22,6 litros por metro cuadrado (m²). Este valor representa un 38,4% del promedio de este mes (58,9 litros por m²), conforme a la información facilitada por la Delegación Territorial en Extremadura de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que caracteriza a este mes como muy seco. Durante el cuarto mes del año, las lluvias en la mitad occidental de la comunidad han sido mucho más escasas que en la oriental, llegando a ser nulas o inapreciables en varios puntos.

Por lo que respecta al balance de precipitación acumulada para el año hidrometeorológico —desde septiembre—, la media ha sido de 411,4 litros por m². Esto representa un 79,7% de su valor medio en este periodo, 516,1 litros, por lo que también puede considerarse como seco. Para el próximo trimestre, Marcelino Núñez, delegado territorial de la Aemet, señala que, si bien es pronto para afirmar nada con seguridad, «A fecha de hoy, lo más probable es que mayo, junio y julio estén un poco por debajo de lo normal». Además, precisa, «poco más puede variar el año hidrológico con los meses que quedan, salvo que tuviésemos un mes de mayo extraordinariamente raro».

Donde las escasas lluvias han pasado factura ya es en parte del campo extremeño. «Lo más afectado que hay ahora mismo por la sequía son los cereales de invierno y la cabaña ganadera en su totalidad», sostiene Juan Metidieri, presidente de Apag Extremadura Asaja. Desde esta organización se calcula que en cereal de invierno los rendimientos por hectárea pueden caer este año hasta en un 50%, con unas pérdidas para el sector de más de noventa millones de euros. En el caso de las cabañas ovina, caprina y bovina y de la apicultura, las pérdidas sumarían 126 millones de euros más. El regadío, asegura también, sí está «garantizado» para esta campaña. «Donde puede empezar a haber dificultades es en la próxima si la cosa no mejora».

PRODUCCIÓN DE ELECTRICIDAD / Vinculada también a la disponibilidad de agua está la producción de electricidad. Extremadura dispone de más de 2.200 megavatios (mw) hidráulicos de potencia instalada. En el 2010 llegaron a superarse los cuatro mil gigavatios-hora (GWh) producidos, más del doble que los 1.612 del 2015 (último año con datos cerrados). La mayor parte de potencia instalada, en torno a 2.000 mw, corresponde a Iberdrola, que explota plantas como la de José María de Oriol (Alcántara) o Valdecañas. En los cuatro primeros meses del año produjo 742 GWh, por encima de los 465 GWh del mismo periodo del 2016, si bien, se explica desde esta eléctrica, se trata de dos años atípicos por la escasa producción de esta fuente de energía (entre enero y abril del 2014 la generación fue más de un 200% superior). Además, se añade, en este arranque de año ha habido que recurrir a la hidráulica ante la indisponibilidad de otras fuentes de energía y la necesidad de cubrir la demanda.

En el caso de Endesa (con centrales en Cíjara o La Serena), se indica que en los primeros meses del año apenas se produce, y que será a partir del momento en el que confederación abra compuertas para dar agua al regadío cuando esta se aproveche como fuente de energía.