La diáspora de habitantes que sufrió Extremadura entre las décadas de los sesenta y los setenta sigue latente casi 40 años después. Y aún siguen sumándose nuevos efectivos. De hecho, cuatro de cada 10 extremeños de nacimiento residen fuera de la región, un porcentaje que está muy por encima de lo habitual en el resto de comunidades autónomas.

Ayer se reunió en Mérida el Consejo de Comunidades Extremeñas, órgano que representa a administraciones e instituciones regionales, así como a los colectivos de emigrantes que viven fuera de la región. Y durante el encuentro el sociólogo de la Universidad de Extremadura Artemio Baigorri presentó las conclusiones del Estudio sociológico sobre la población emigrada extremeña . El estudio, cuyo contenido será presentado por la consejera portavoz de la Junta, Dolores Pallero, en una comparecencia a petición propia ante la Comisión de Cooperación Internacional, Comunicación y Consumo de la Asamblea, tiene un enfoque cuantitativo, sobre la base de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y más de 1.600 entrevistas, y cualitativo, a través de varios grupos de discusión con extremeños en el exterior que se han desarrollado en diferentes puntos de todo el país.

Entre las principales conclusiones, el estudio señala que el 40% de las personas nacidas en Extremadura vive fuera de la región, mientras que en el conjunto nacional sólo un 18% de las personas reside en una comunidad distinta de donde nacieron. Así, las provincias en las que hay un mayor número de extremeños siguen siendo Madrid, Barcelona, Sevilla, Vizcaya y Guipúzcoa.

El trabajo pone de manifiesto que si no hubiese existido la sangría migratoria de los años sesenta y setenta, la población extremeña sería hoy de más de dos millones de personas. Según Baigorri, la magnitud de la emigración se refleja en el hecho de que, según los datos del Censo del año 2001, en el tramo de edad de entre 40 y 64 años hay más extremeños viviendo fuera de Extremadura que dentro.

No se arrepienten

El estudio realizado por la Uex revela también que casi la totalidad de los emigrantes encuestados no se arrepiente de haber emigrado. No obstante, el 56% considera que ya no sigue siendo necesario emigrar de Extremadura para tener una vida mejor, mientras que, en el extremo opuesto, un 30% opina que las oportunidades en otras regiones son mayores.

En este sentido destaca que los emigrantes extremeños coinciden en señalar que la comunidad autónoma ha experimentado grandes cambios en los últimos 30 años, especialmente en infraestructuras, aunque consideran que la escasez de oportunidades de empleo y el pequeño tamaño del tejido empresarial siguen siendo problemas importantes.

La añoranza que sienten por su tierra se refleja en un dato: la mitad de los extremeños residentes en el exterior visitan la región con cierta regularidad. Es más, el 75% dice disponer de vivienda aquí, bien sea propia o de los padres.

Los retornados

El trabajo de Baigorri no solo se limita a los emigrantes que siguen fuera. También ha analizado la situación de aquellos que han decidido regresar y quedarse: los retornados. Así, los extremeños en edad laboral siguen siendo el grupo con mayor peso en el retorno, si bien se viene experimentando un cierto aumento del grupo de prejubilados y jubilados. Y más del 60% de ellos, cuando regresan, lo hacen a sus localidades de origen, en la mayoría de los casos a poblaciones rurales, de modo que el retorno se erige como elemento estructural de la población rural.

Como motivo principal de esta decisión achacan la nostalgia hacia la tierra y la familia o el hecho de tener vivienda aquí. Pero además el 43% asegura que la causa es haber encontrado un trabajo adecuado y el 20%, por emprender un negocio.