Cada vez más extremeños prefieren no dejar Extremadura cuando tienen que emigrar. Las cifras indican que casi la mitad de los que emigran dentro del país lo hacen sin salir de la región extremeña, que, además, se ha convertido también en un punto de destino de ciudadanos de otras comunidades.

El último anuario del Instituto Nacional de Estadística (INE) --elaborado con los datos de las migraciones interiores que se produjeron en el país durante el 2003-- refleja que de los 23.966 extremeños que abandonaron su domicilio, 10.583 lo hicieron para trasladarse a otro municipio de la región, lo que supone un 44% del total.

Extremadura es, por tanto, el primer lugar de destino de los extremeños, que eligen como segunda opción la comunidad madrileña, a la que se marcharon 3.620, el 15%. La región andaluza ocupa la tercera posición con 2.076 migraciones, el 8,6%, seguida de Cataluña con 1.503, lo que significa el 6,2%. Por el contrario, Cantabria (83 migraciones), La Rioja (73), Ceuta (20) y Melilla (12) fueron los lugares a los que menos se marcharon los extremeños.

Saldo negativo

En cuanto al saldo migratorio, Extremadura se encuentra entre las ocho comunidades autónomas que presentan una cifra negativa, un grupo en el que ocupa la cuarta posición con el saldo más bajo. En concreto, el informe del Instituto Nacional de Estadística cifra en 23.966 las emigraciones por 20.957 las inmigraciones, lo que supone un saldo negativo de 3.009 personas --tanto en los que se van como en los que llegan la mayoría no tiene una edad muy elevada--.

En el periodo que va entre 1994 y 2003 Extremadura ha tenido un saldo migratorio interior negativo de 14.775 personas, aunque en los últimos años la cifra negativa ha empezado a reducirse y las previsiones del INE para este año indican que el saldo negativo será de 1.214.

Pero Extremadura ya ha tenido balances migratorios de signo positivo. Hay que remontarse a la primera mitad de los años ochenta cuando por primera vez la salida de población --en su mayoría joven-- se corregía por la afluencia de inmigrantes, aunque las cifras cambiaron en la segunda mitad del mismo periodo. Habría que esperar de nuevo a la primera mitad de los noventa para encontrar algunos años saldos de signo positivo.

En cuanto a las inmigraciones, las estadísticas demuestran que no es cierta la teoría de los que aseguran que en Extremadura entra principalmente población envejecida. La mayor parte de los inmigrantes, casi el 45%, tienen entre 20 y 39 años, seguidos del colectivo de 1 a 19 años, que suponen cerca del 28%.

Dicen los expertos que el fenómeno de la inmigración en la región contribuye a oxigenar el tejido demográfico, aunque destacan que este efecto compensador no se registra en todas las zonas de la región. Lo que sí es cierto es que Extremadura también es un lugar elegido para emigrar.