Un informe del Banco de España dice que Extremadura necesitará más de 18.600 viviendas de nueva edificación de aquí a 2029. En esta previsión confía también el sector para salir a flote después de haber experimentado una de las caras más amargas de la crisis. Habría que recordar que la región perdió en siete años el 94% de la construcción de vivienda libre (si en 2007 se empezaron a levantar casi 14.000 inmuebles nuevos, en el año 2014 apenas fueron 860). Si bien fue un gran motor del PIB extremeño, aproximadamente el 15%, la construcción -y todos sus negocios satélites- cayeron a la misma velocidad a la que crecieron. Y muchos de los que habían invertido en el sector como valor seguro, no pudieron ni revender ni asumir una hipoteca que se convirtió en losa.

De este modo, en los últimos años apenas ha habido movimiento de grúas ni en las principales ciudades ni en municipios menores. Según los datos del Ministerio de Fomento, en 2016 el stock de pisos nuevos sin vender en la región fue cero, la misma cifra que en 2015 y 2014. Hay que irse a 2013 para encontrar datos de inmuebles ya acabados y vacíos; ese año fueron sólo 82 (todos en la provincia de Badajoz). Pero en 2012 el número se disparó hasta los 1.087 (620 en Badajoz y 467 en Cáceres).

El balance de Fomento evidencia que en la comunidad se han dejado de levantar nuevos bloques o urbanizaciones en los últimos años, pero la tendencia, aunque tímidamente, ya ha empezado a variar.

Principalmente, porque los inmuebles edificados durante la burbuja inmobiliaria, gran parte de ellos en manos de las entidades bancarias y ya considerados de segunda mano, se están empezando a agotar. La oferta ya no cubre una demanda que empieza, de nuevo, a despertar. Así, se abre la puerta a que el sector recupere parte de lo que perdió.

Eso sí, lejos quedan aquellos años de explosión y de hinchazón de precios. R.S.R.