La tuberculosis, como enfermedad de declaración obligatoria por tratarse de un problema de salud pública, tiene un claro protocolo sanitario de actuación. Ante la detección de un caso, el protocolo establece que se ha de informar de forma inmediata a las autoridades sanitarias; iniciar el tratamiento del afectado, incluido el aislamiento al menos una semana; y, de forma paralela, realizar a los familiares directos o convivientes el Test de Mantoux, la prueba de la tuberculina.

Según especialistas en enfermedades infecciosas consultados por este diario, el problema surge porque son muchos los que, al conocerse un caso de tuberculosis cercano, se alarman y exigen la prueba de Mantoux, sin esperar a los resultados, a saber si el caso es o no contagioso, pues hay tuberculosis que no lo son... Y puede darse la circunstancia de que pueden darse casos positivos que no sean por contagio, sino porque tuvieran la enfermedad latente desde hace años sin saberlo. "Aquí surge el problema, la población lo relaciona con el caso detectado y salta la alarma, se empieza a hablar de epidemia sin que realmente exista".

Y también dejan claro que se trata de una infección más que está en la calle y que no la traen los inmigrantes, pues España es un país con elevada incidencia de esta enfermedad.