Europa camina hacia un envejecimiento de la población. Dentro de unas décadas la mitad de sus habitantes van a tener más de cincuenta años. Por esta razón, será fundamental pensar en estas personas a la hora de desarrollar las políticas de urbanismo. "No podemos hacer un diseño de ciudad sólo para un grupo de personas. Este tiene que ser universal, que no quiere decir que sea homogéneo, sino que recoja las características de todos. Sin embargo, hay que anticiparse a las necesidades de este colectivo emergente, que era minoritario hasta ahora. Nuestros constructores, urbanistas y especialistas en medio ambiente deben comenzar a ser muy sensibles a los rasgos diferenciales de la tercera edad y a sus expectativas", asegura José Luis Vega, que señala que la adaptación a las personas de mayor edad puede consistir a veces en cosas tan simples como "contar con una mejor señalización o poner más bancos para descansar", por lo que no ve ningún obstáculo para ello en la existencia de espacios monumentales.