En pleno proceso de reclamaciones por las irregularidades en las facturas eléctricas, hay algunas de ellas que se salen de lo común. Este es el caso de Rafael Estévez Rodríguez, un vecino de Cáceres que al ver la factura correspondiente a la vivienda de su suegra, que se encuentra deshabitada desde el pasado verano -- fecha en la que se trasladó a una residencia asistida--, se llevó una desagradable sorpresa: 81,88 euros por un consumo real de 13 kw/h, lo que hubiera supuesto un recibo de 9 euros.

Al parecer, Iberdrola elaboró la factura de este abonado calculando para el mes de febrero la mitad del consumo acumulado durante los meses de febrero y marzo del año anterior. Con este sistema le han calculado un consumo eléctrico de 544 kw/h, una cifra que es 41 veces mayor que la lectura real que marca el contador. "Me parece bochornoso que pasen un consumo de 544 kilovatios cuando en realidad es de 13, y más teniendo en cuenta que la casa tenía un consumo prácticamente nulo desde agosto porque estaba cerrada", en concreto, lo que consume un frigorífico que aún se mantiene en la casa.

Este abonado considera que con poco que la empresa se hubiera fijado en la evolución de los pagos anteriores, y hubiera comprobado que la casa estaba cerrada, este error se podría haber evitado.

Pero el enfado de Rafael se acrecienta cuando se decide a presentarse en las instalaciones de la empresa en Cáceres para interponer la correspondiente reclamación, y comprueba que están en la Avenida de Alemania, en una tienda de venta de material eléctrico, en la que dos personas deben atender a los clientes que hacen cola para expresar sus quejas durante más de dos horas pasando frío en la calle, porque no caben en unas dependencias "tercermundistas". Allí le han comentado que le van a pagar la diferencia, pero Rafael se pregunta ahora "¿quién abona al ciudadano el tiempo perdido?", apunta.