Por la casa en Cáceres de María Teresa Crespo, de 68 años, han pasado decenas de extranjeros; ingleses, franceses, americanos, coreanos,...: niños y adultos; estudiantes y profesores, que le han hecho vivir una experiencia inolvidable. Acoge a estudiantes en su casa desde hace cuatro años, aunque en la actualidad no tiene a ninguno, pero "estoy deseando que me llame alguno ya, y si es para todo el año mejor", asegura sonriente.

Sus palabras de cariño muestran que hasta el momento ha tenido una grata experiencia, y así lo corrobora ella. "Es estupenda". Su casa, y la de su marido, está vacía desde que no tiene a ningún estudiante, desde mayo. Una chica americana que vino a aprender español fue su última inquilina. En la vivienda de Teresa encontró un exquisito hospedaje familiar y también el amor. "Mi nieto y ella se enamoraron y se han casado hace poco más de un mes en Indiana, "junto al lago Michigan", donde viven ahora los dos". Perdió una estudiante de acogida pero ganó una nieta.

Teresa no se lo pensó cuando una amiga le propuso la idea de prestarse de familia de acogida, aunque tuvo que insistir a su marido. "Es como volver a tener a mis dos hijas en casa", por lo que suele crear vínculos con los que pasan por su casa. "Me encanta relacionarme con la gente". "Es como un hobby, salimos con ellos, les enseñamos la ciudad, hablamos mucho siempre en español", dice Teresa. "Ah, y les encanta que les enseñe hacer tortilla de patatas". Ahora está esperando a que la universidad le traiga otro hijo extranjero.