Escuchar no es fácil. Hacemos en clase un concurso literario en el que participan todos mis alumnos. Votamos todos y me comprometo a publicar en esta columna el mejor artículo que hayan presentado. Este que publico aquí lo ha escrito Daniel Muñiz Rodriguez y no ha ganado. A mí me ha gustado por su valentía. Lo ha titulado 'Las escuelas matan el crecimiento' y dice así:

Desde los tres años tenemos la obligación de acudir a centros de enseñanza para formarnos como personas, ¿para formarnos o para dar de comer a maestros y profesores?

Basándome en mi vida de estudiante, puedo afirmar que he tenido el placer de contar con muchos profesores, el placer de tener malos profesores, el placer de tenerlos buenos, pero sobre todo el placer de poder 'sacar todo' lo que he cursado a tiempo y, sinceramente, es lo que mayor placer me produce.

Por todo esto me atrevo a decir que la docencia española está muy mal dirigida y esto lo vemos todos. Hay muy pocos profesores que les guste impartir clase, o mejor dicho que lo hagan bien. Desgraciadamente, yo he contado con tan pocos profesores buenos que me sobran dedos al contarlos con una mano.

Todo esto lo corroboro porque, ahora, con veinte años, estoy cursando un doble grado de ingeniería, y veo que el típico chiste entre compañeros de cuando algo sale mal es: 'pareces de magisterio'. Y esto, ¿a qué se debe?. Pues bien, yo, con evidencias de antiguos compañeros de instituto que cursan magisterio veo que tienen poquísima formación y que se les exige muy poco. Y lo peor es que, una vez obtenido el título de magisterio no se reciclan adecuadamente.

¿Dejarás a tu hijo en estas manos? Y tú, ¿permites que tus clientes hablen así de lo que haces?