Con la llegada de la primavera los alérgicos viven una auténtica pesadilla. Por ello conviene aclarar algunos conceptos sobre esta enfermedad que afecta al 20 por ciento de la población. La alergia al polen es una reacción inflamatoria de las vías respiratorias, ojos y piel, que se produce como consecuencia de un fracaso del sistema inmune frente a un elemento inocuo como el polen.

Según recientes estudios epidemiológicos esta patología afecta a todos los grupos de edad, tanto niños como adultos, e incluso hay personas que pueden presentar alergia al polen en edades avanzadas.

María Ángeles Gonzalo Garijo, jefa del Servicio de Alergología del Hospital Infanta Cristina, explica que aunque el alcance del diagnóstico de la alergia está muy extendido «sin embargo, muchas personas no se realizan estudios y se conforman con pensar que son alérgicos porque estornudan en primavera. Pero los síntomas de la alergia al polen aparecen en una época u otra, no solo en primavera, en función del polen al que se es alérgico. El estudio sirve para definir frente a qué pólenes estamos sensibilizados y así poder saber cuándo es posible que tengamos síntomas».

En los últimos años se ha constatado un aumento de las alergias al polen. Entre las posibles explicaciones está la contaminación por partículas diesel, procedentes de la combustión de derivados del petróleo. Éstas favorecen el transporte del polen, hacen que éste sea más alergénico e inflaman las vías respiratorias. Otra hipótesis se centra en el cambio climático, con floraciones que empiezan más pronto y terminan más tarde. También el estilo de vida de los países desarrollados produce alteraciones en el sistema inmune que podrían favorecer las alergias.

SÍNTOMAS / Entre los síntomas más comunes de la alergia al polen se encuentran los respiratorios: estornudos, moqueo nasal, atasco de la nariz, lagrimeo y picor de ojos. También se pueden ver afectadas las vías respiratorias bajas, los pulmones.

En estos casos destaca la tos persistente y la dificultad para respirar con sensación de ahogo. Igualmente se pueden presentar sarpullidos en la piel, eczemas o ronchas.

En cuanto al tratamiento, el primer escalón es el alivio sintomático con antihistamínicos que se toman por vía oral, como pastillas y jarabes. La acción de estos puede complementarse con antihistamínicos nasales o en colirio y corticoides tópicos para la mucosa nasal. Los pacientes con asma se tratan con inhaladores broncodilatadores que se pueden asociar a corticoides también inhalados. «Con esto aliviamos al paciente, pero no lo curamos. El único tratamiento curativo de la alergia es la inmunoterapia específica con extractos de alérgenos. Estas vacunas debe ser diseñadas específicamente para el paciente en función de su alergia para que sean verdaderamente eficaces», explica la doctora Gonzalo. Un diagnóstico correcto con un alergólogo es esencial para los buenos resultados ya que el paciente sabe a qué es alérgico y en qué meses del año debe prepararse y tratarse.

La alergia no puede prevenirse, pero sí los síntomas. Así los alérgicos conocedores de la época del año en que se ven más afectados pueden tener su botiquín ya preparado y seguir el tratamiento que el alergólogo le haya prescrito.