"Los bonsáis son árboles y los árboles no crecen dentro de las casas". Este es uno de los consejos que ofrece Julio Cano, técnico conservador de los tres museos de Bonsáis que hay en Madrid, el Jardín Botánico, el Museo de Alcobendas y del de Parla. Estos días asiste a las jornadas organizadas por la AEEFOR en Mérida y se ha traído una pequeña representación de estos diminutos árboles.

Se trata de dos acebuches, un bosque de tullas, un arce japonés y un membrillero. Comenta que la finalidad de un bonsái es que "cuando lo miramos nos imaginemos que estamos en el campo porque las formas que tienen están basadas en las que tienen cuando crecen en la naturaleza". Por este motivo, en Japón, cuna de esta técnica, acaban de descubrir un árbol muy habitual en la península Ibérica y muy poco conocido hasta ahora en la tierra del sol naciente. Es el olivo, una especie que reúne todos los requisitos para convertirse en un bonito bonsái. "Es apto para hacer bonsái porque tiene corteza y madera muerta, y da mucha sensación de vejez".

Asegura que lo primero que hay que hacer cuando se compra un bonsái es averiguar de qué especie se trata, para así adecuar las condiciones de luz y agua a la que está expuesto. de agua y luz necesitan. Por último, hay que cambiar la tierra que trae de la tienda, que "viene muy compacta y no llega el agua a todas partes. Por eso se le muere a la gente los bonsáis".