La provincia cacereña podría albergar un tesoro para la astronomía. Una expedición de científicos, encabezada la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos, rastreará el norte de Cáceres en abril para localizar un fragmento de un cometa que impactó en julio de 2008 en Béjar.

El profesor de Cosmoquímica y las Ciencias del Espacio de la Universidad de Huelva, José María Madiedo, explica en una entrevista con Efe que, aunque el bólido cayó sobre tierras salmantinas, su cercanía con Extremadura y la dirección norte-sur que llevaba hace que sea "muy probable" que se encuentre en la provincia cacereña. De hecho, será la segunda expedición que los expertos realizan en territorio extremeño en busca del cuerpo celeste, después de la acometida sin éxito meses atrás en la comarca de Las Hurdes.

En el momento de alcanzar la corteza terrestre, el cometa tenía una masa de dos toneladas de las que se prevé que, por la enorme fricción que sufrió en contacto con la atmósfera, haya sobrevivido 10%.

El equipo de búsqueda está integrado por miembros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesores de las universidades de Santiago de Compostela, Valencia, la Complutense de Madrid y la Politécnica de Cataluña. Su principal obstáculo, según Madiedo, será la orográfica del terreno y la densa vegetación que presenta el norte de Cáceres.

Los medios técnicos del observatorio del Centro Internacional de Estudios y Convenciones Ecológicas y Medioambientales (CIECEM) que la Universidad onubense posee en parque dunar de Matalascañas (Huelva) han determinado que dicho meteorito procede del Cometa Metcalf, que se desintegró en el sistema solar en 1920. En caso de encontrarse, ha explicado, representaría el primer fragmento de estas rocas que orbitan alrededor del sol que recuperaría el hombre. Hasta ahora, los científicos solo habían recuperado asteroides, objetos rocosos "mucho" más consistentes que, por su propia composición, sobrepasan la corteza planetaria y llegan al suelo.

Los cometas, sin embargo, se componen de roca y hielo, un compuesto más vulnerable que favorece su desintegración en contacto con la atmósfera. En el proceso de combustión, estos cuerpos dejan a su paso un halo de luz conocido como "estrella fugaz".

Madiedo subraya que facilitaría datos importantes sobre la composición del Sistema Solar e, incluso, de la propia formación de la Tierra, ya que los científicos sostienen que los meteoritos aportaron al planeta azul los elementos necesarios para la génesis de la vida.