Los niños extremeños, en general, son egoístas porque tienen pocos o ningún hermano, están abocados al exceso de consumismo, carecen de la suficiente exigencia por el esfuerzo de sus padres y son poco participativos en colectivos sociales, según manifiesta la profesora y experta María Dolores Cepeda, miembro de la junta directiva de la Asociación para la investigación y el desarrollo educativo en Extremadura (Aidex).

Esta es una de las conclusiones que esta profesora, con más de 20 años de experiencia en las aulas extremeñas, expondrá en el curso Aprender a ser felices. Una propuesta educativa para el siglo XXI , que se desarrollará en Plasencia, dirigido a maestros y profesores en febrero, organizado por Aidex.

Cepeda advierte una falta de exigencia hacia los hijos que se hace más evidente en zonas donde ha habido un boom económico por alguna circunstancia, como Talayuela o el entorno de Almaraz, donde al profesor "le resulta muy difícil convencer al padre de la necesidad del esfuerzo, bien porque pronto se convierten en mano de obra agrícola o porque el padre es un trabajador sin cualificar pero con un alto salario"

Asimismo, asegura la profesora, el niño extremeño, sobre todo, en zonas de montaña donde por el clima se vive de una manera más cerrada y austera, es algo parco para las relaciones sociales al igual que los adultos.