No resulta fácil hacer un análisis económico de los efectos negativos de una hipotética separación de Cataluña del reino de España, básicamente porque dicha secesión tendría múltiples aristas políticas y económicas, y además afectaría no sólo al contexto nacional, sino también al contexto internacional más cercano, la Unión Europea. A pesar de esta dificultad, intentaré esbozar algunas ideas sobre la exposición de la economía extremeña a la (poco probable) independencia de Cataluña.

El mayor efecto tiene que ver con el aumento de la incertidumbre que la deriva independentista en Cataluña produce sobre las expectativas de los agentes económicos, sobre todo las empresas, y que ya arrastra al mercado financiero español a una caída significativa. Además, es posible que las turbulencias políticas originadas por el conflicto catalán acaben afectando a las previsiones macroeconómicas de España para este año y el siguiente, hasta ahora bastante positivas, siendo revisadas a la baja. Lógicamente, estas nuevas proyecciones nacionales más pesimistas tendrán un efecto regional negativo del tipo escalón, de arriba hacia abajo, que supondrá revisiones también a la baja en las expectativas de crecimiento de las autonomías españolas.

Para el caso concreto de la economía extremeña, aparte del efecto rebote negativo antes mencionado, no cabría esperar del hipotético Catalexit un impacto directo significativo sobre las cifras macroeconómicas de la región. Así, si centramos el análisis en el comercio interregional entre Comunidades Autónomas, uno de los principales motores del crecimiento regional, el intercambio de bienes de Extremadura con Cataluña si sitúa en torno a 140 millones de euros, tanto en exportaciones como en importaciones (según valores estimados del año 2016). Dichas cifras posicionan a Cataluña como la quinta o sexta región cliente o proveedora de la economía extremeña, representando apenas un 0.8% del PIB regional, un 5.2% del total de nuestras exportaciones al resto de España, y un 2.8% de nuestras importaciones nacionales.

Por tanto, cabe esperar un impacto directo negativo sobre Extremadura de poca relevancia. Esta cuantificación no se aplica, lógicamente, a los efectos adversos sobre la propia Cataluña (déficit público, pensiones, deslocalización empresarial, pérdida de empleos, etcétera), que seguramente conducirían a un colapso económico de la región catalana en el corto-medio plazo. Además, la independencia supondría la expulsión de la Unión Europa, y también la salida de la zona euro de esta autonomía, con los costes sociales y políticos, no sólo económicos, que ello implicaría.

*Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Uex