El aceite industrial, también denominado lubricante industrial, está considerado a nivel mundial como un residuo peligroso. Sus riesgos, tanto para la salud como para el medioambiente, son elevados. Un litro de este aceite puede dejar inutilizado un millón de litros de agua. La naturaleza de dichos fluidos provoca que su almacenamiento, así como su correcto tratamiento una vez usados, esté regulado por ley, con el objetivo de evitar su vertido en el medio natural.

Durante el año 2016 se consumieron en la región 5.768 toneladas de aceites industriales, lo que representa el 1,9 por ciento del total de los litros comercializados en España. De esta cantidad fueron recogidas unas 3.255 toneladas de aceite usado, para su posterior valoración y tratamiento, según datos del Sistema Integrado de Gestión de Aceites Usados (Sigaus), organización que agrupa al 90 por ciento de los productores de aceites industriales en el país.

Como cuenta Fermín Martínez, de Sigaus, «el lubricante industrial se utiliza principalmente en el sector de la automoción». El año pasado los talleres mecánicos generaron el 53% del total de aceite usado recuperado en la región y consumieron el 68% de la cantidad total comercializada. No obstante, estos lubricantes se utilizan en un amplio abanico de actividades empresariales debido a que son necesarios para el funcionamiento de distintos equipos, tales como transformadores, condensadores y radiadores. La función de estos productos es la de refrigerar, aislar o disminuir la fricción entre las piezas de las máquinas.

Si se comparan las cifras del total de litros de aceite vendidos en el país con el total de litros recogidos para su tratamiento, se observa que los datos no coinciden. Desde Sigaus explican que «un litro de aceite lubricante no genera un litro de aceite usado, sino que durante el propio uso de la maquinaria se consume entre un 55% o un 60%. De la cantidad inicial se recupera de media entre el 40% o el 45%. Desde esta organización comparamos el número de litros vendidos y recogidos, si de esta comparación resulta una cifra en torno al 40 o 45 por ciento consideramos que hemos recogido el total, el 100%».

El tratamiento de estas sustancias aparece regulado por un el Real Decreto 679/2006. El aceite usado contiene metales pesados, hidrocarburos y sustancias de escasa biodegradabilidad. La peligrosidad de estos residuos, unido a su potencial contaminante, hace que sea necesario que un gestor autorizado lo administre. Martínez explica que «una vez que los residuos han sido recogidos es muy dificil sacarlos de la cadena de gestión pues están sometidos a numerosos controles. Así se evitan vertidos ilegales».

tipos de tratamientos / Asimismo, en este documento legal se establecen una serie de objetivos a nivel nacional, como el hecho de que al menos el 65% del aceite usado debe destinarse a la regeneración. Sin embargo en Extremadura este porcentaje es muy superior, y se sitúa en un 81%, superando incluso a la media nacional (73,7%). Sigaus informa que «gracias a este tratamiento se evitó la emisión a la atmósfera de 5.505 toneladas de dióxido de carbono».

Fermín Martínez aclara que «la regeneración es un proceso físico-químico para limpiar el aceite usado, de manera que se pueda obtener una sustancia base que permita volver a fabricar lubricantes. No se puede hablar simplemente de reutilización puesto que es necesario que el aceite se trate primero».

Existe, además, otro tratamiento habitual para dar salida a estas sustancias una vez gestionadas. Consiste en la valorización energética de la que resulta un combustible industrial de tipo fuel óleo. Desde Sigaus afirman que «el combustible se puede obtener del refinamiento del petróleo, o del aceite industrial usado, debido a que esta sustancia procede a su vez del petróleo. La cantidad de energía que se creó el año pasado mediante este proceso sería suficiente para abastecer el consumo anual de 1.100 hogares de Extremadura».