Ahora que se habla de AVE, que las autovías en la región han dejado de ser noticia, que cada alumno tiene un ordenador portátil en clase, o que Extremadura es la región con más bibliotecas por habitante, parece muy lejano que hace apenas tres siglos en esta misma tierra se comerciaba con esclavos, sobre todo en Badajoz, Zafra, Almendralejo y Jerez de los Caballeros, verdaderos núcleos poblacionales de esclavos durante los siglos XVI, XVII y XVIII en Extremadura. Esta es una de las conclusiones principales a las que llega la licenciada en Historia, Rocío Periáñez Gómez, tras la elaboración de su tesis doctoral La esclavitud en Extremadura , que ha recibido la calificación sobresaliente cum laude.

Pero, cuál es la razón de este importante foco de mercadeo con personas. "El comercio era muy importante en aquella época y los comerciantes venían por tierras portuguesas en su mayor parte para dirigirse a otros mercados, sobre todo del Sur de la península ibérica", explica la autora del estudio. En este punto, Zafra era lugar de encuentro "para vender y comprar esclavos", porque entonces "se celebraban dos ferias al año y era el punto de encuentro de comerciantes portugueses y andaluces".

En este sentido, fruto de sus investigaciones descubre como al igual que ahora se mercadea con animales en la feria de San Miguel de Zafra, entonces la escritura de venta de un esclavo "era prácticamente igual que las de ahora comparándolas con la de un burro o un caballo". En ella figuraba "el sexo, el nombre, el color de la piel, si tenía alguna enfermedad o no, el color de los ojos, la altura, las marcas que presentaban en la piel y hasta una inscripción en la que se decía que no era ni borracho, ni ladrón, ni fugitivo", comenta Periáñez; "es algo que no te lo puedes creer con la perspectiva de nuestros días, porque se les trataba como animales".

En casa o en el campo

La mayor parte de ellos eran comprados para trabajar en el servicio doméstico o en la agricultura; y con el paso del tiempo, el mestizaje se fue haciendo patente, en muchos casos debido a los propios abusos sexuales que sufrían las mujeres y que quedaban embarazadas.

Los extremeños obtenían a los esclavos a través de dos vías principales, el comercio y el nacimiento de niños que por ley heredaban la condición de la madre esclava. Sin embargo, según se deduce de ocho años de investigación, el índice de nacimientos no era muy elevado dado que las mujeres "conocían su situación y no querían que sus hijos vivieran en un contexto de marginación social". Por otro lado, la población libre mantenía una relación de superioridad con respecto a este colectivo, en torno al cual existían diferentes estereotipos que los tildaban de ladrones o fugitivos.

Para obtener estos datos, la autora ha consultado protocolos notariales --con las escrituras de ventas de esclavos-- ordenanzas municipales, inventarios y testamentos.