Los núcleos rurales de la región con menos de 1.000 habitantes han perdido en el último medio siglo, hasta 2010, un 60 por ciento de la población, sin embargo Extremadura sigue siendo la única comunidad de España que no posee ningún pueblo abandonado.

Así lo aegura el catedrático de Filosofía y Letras de la Universidad de Extremadura (Uex), José Luis Gurría, quien comparece a petición del Grupo Parlamentario Socialista en la Comisión no Permanente de Despoblación celebrada hoy en la Asamblea.

Junto a Gurría también expone sus teorías sobre este asunto Artemio Baigorri, miembro del Grupo de Investigación de Análisis de la Realidad Social, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Uex.

Gurría se basa en dos proyectos realizados por la Uex para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el primero de ellos se desarrolló en 2008 y en él se aborda la despoblación.

El segundo, más reciente, trata el papel de las ciudades en el desarrollo rural en 2013.

Ambos se insertan en el diseño de un programa para el que, según Gurría, la OCDE mira a Extremadura como ejemplo de "buenas prácticas.

El catedrático destaca la vinculación estrecha que existe entre el desarrollo socioeconómico y el dinamismo demográfico, por lo que, afirma que cualquier solución para fijar la población en la región pasa por el desarrollo económico previo.

Gurría subraya que a lo largo de la primera mitad del siglo XX Extremadura registró un crecimiento sin precedentes llegando a incrementar su población en torno a un 165%.

El resultado de este crecimiento fue el desequilibrio entre personas y recursos, lo que originó una emigración inmediata.

En este aspecto, resalta que la emigración es el fenómeno demográfico que más ha afectado a Extremadura a lo largo de su historia.

El catedrático se ha centrado en el periodo comprendido entre 1950 y 2010, y precisa que, a pesar de una ligera estabilidad, en los dos últimos años se ha roto esta tendencia debido a los efectos de la crisis.

Gurría señala que hasta 2010, los datos más recientes que poseen, los municipios de menos de 1.000 habitantes han perdido casi un 60% de su población al igual que los de menos de 5.000 habitantes (-50%) frente al 128% que han ganado las ciudades que poseen de 10.000 a 30.000 habitantes.

Asimismo, los núcleos urbanos con más de 30.000 habitantes han crecido un 212%.

Según el catedrático, Extremadura está en torno al 80% de la población que tenía a mediados de siglo y son los núcleos rurales los que presentan un mayor riesgo de despoblación, aunque ha reconocido que es la única región de España que no tiene ningún pueblo abandonado.

En cuanto al crecimiento natural, la diferencia entre los nacimientos y las defunciones, ha indicado que, según los datos que poseen desde 1976 hasta 2010, en los municipios de menos de 1.000 habitantes nacen cinco niños por 1.000 personas, lo que no garantizan el relevo generacional.

Las causas: la falta de mujeres en edades jóvenes y la caída de la fecundidad.

Los núcleos con menos de 5.000 habitantes y los que poseen entre 10.000 y 30.000 habitantes presentan una tasa de crecimiento del 10%, lo que según Gurría, sí garantiza el relevo.

Respecto a la tasa de mortalidad, ésta se incrementa en los municipios menos habitados, hasta el 15%, por lo que su crecimiento es negativo.

A pesar de estos datos, Gurría puntualiza que los datos del saldo migratorio desde 2005 hasta 2010 son todos positivos, es decir que ha habido más inmigrantes que emigrantes.

Durante el turno de preguntas, todos los grupos parlamentarios han coincidido en la importancia de los Fondos de Desarrollo Rural para el crecimiento de los pueblos y han abogado por crear políticas al respecto.

Finalmente, Baigorri aclara que ninguna de las medidas "natalistas" puestas en marcha ha funcionado y explica que la sangría migratoria de los años 50 y 60 desestructuró la población.

Apuesta por potenciar el crecimiento de la ciudad de Badajoz para que llegue a los 300.000 habitantes, aunque advierte de la importancia de mantener el resto de núcleos rurales.