La madurez democrática de Extremadura se demuestra en el hecho de que siendo una región con reivindicaciones muy fáciles por el atraso heredado, no ha caído nunca en esa trampa de ir de hermana pobre. Hay regiones ricas que lo hacen. Extremadura se podría haber convertido en la mendiga eterna. Eso de la Extremadura crispada va con nuestro carácter, de pronto nos entra un odio africano tremendo, pero a la hora de la verdad somos un pueblo que pondera las cosas. No nos resignamos, como se ha demostrado cuando ha habido que protestar (Valdecaballeros), ni votamos siempre lo mismo. Aquí no se vota por tradición como en Galicia. Si alguien hace las cosas mal, no se le vota. Pero tampoco estamos lamentándonos todo el día.