Un ejemplo sería el suplemento de disponibilidad, un complemento fuera de convenio que perciben fundamentalmente hombres porque, se supone, son quienes pueden asumir esa tarea extra. Otro es la falta de mujeres en puestos de responsabilidad, que son los que permiten un sueldo más alto. Y otro es que el 70% de los contratos temporales y parciales -sinónimos de precarios- están en manos femeninas. Todos son argumentos que evidencian la realidad que denuncian los sindicatos: la brecha no solo sigue existiendo, sino que ha aumentado en Extremadura.

Los datos hablan por sí solos. La última Encuesta de Estructura Salarial dice que si el sueldo masculino estaba en una media de 21.815 euros al año, el de la mujer se quedaba en 17.305 euros, una diferencia del 20,67%. Y una subida de más de cuatro puntos con respecto al año anterior. El porcentaje significa que ellas deben ejercer 75 días más que los hombres para cobrar lo mismo. Dicho de otra manera: han de trabajar dos meses y medio gratis. La situación es aún más llamativa si se compara con el panorama nacional, donde las mujeres deben hacer 54 jornadas más.

Frente a esta realidad, UGT ha querido lanzar por segundo año consecutivo la campaña de concienciación Yo trabajo gratis, para insistir en que la ligera recuperación económica que se está viviendo no se traduce en que mejoren las condiciones para las mujeres, todo lo contrario, siguen sacrificando su carrera y teniendo que asumir contratos precarios mientras que las posibilidades para el hombre sí crecen. Por ello desde UGT exigen políticas públicas para erradicar esta diferencia.

Las consecuencias de esa brecha es que el sueldo de la mujer se sigue considerando una contribución subsidiaria, de la cual se puede prescindir si cambian las circunstancias en el hogar, como el cuidado de hijos o de familiares, tareas que en un 95% de los casos llevan a cabo manos femeninas que dejan su empleo habitual porque su salario, debido a la estructura del sistema, es más bajo y más prescindible. Si posteriormente quieren volver al mercado de trabajo, lo que este les ofrece es preacariedad. La pescadilla que se muerde la cola.

Y, además, no se trata solamente de que se cobre menos, también se reducen las prestaciones sociales presentes y futuras, como el dinero al que tendrán derecho cuando llegue la jubilación.