De emigrante sin un duro que se buscaba la vida en la capital a estar en pleno epicentro del mayor escándalo político y empresarial de la Comunidad de Madrid en los últimos años. Esa es, en resumen, la historia de Francisco Vázquez Igual, un empresario del sector inmobiliario que hace cuarenta años abandonaba junto a su familia la pequeña localidad cacereña de El Gordo, de poco más de 300 habitantes, con el sueño de hacerse rico.

Vázquez era un joven de menos de veinte años cuando pisó por primera vez las calles madrileñas junto a su padre, Francisco, y sus tres hermanos mayores, José, Marina y Antonio. Corría el año 1960 y su padre decidió emigrar a la capital en busca de una seguridad económica que parecía difícil de lograr en El Gordo, un municipio que en los últimos tiempos sólo ha saltado a la fama por albergar una planta de destrucción de minas antipersonales.

Una vez allí el cabeza de familia dedicó todos sus ahorros a poner en marcha un local en el madrileño barrio de Villaverde, una bodega que aún hoy continúa abierta como bar de comidas con menús asequibles para obreros regentado por el mayor de la saga, Antonio.

DE TRABAJO EN TRABAJO

El retrato del joven Francisco Vázquez es el de la emigración extremeña en los años sesenta. Durante tres años fue ayudante de soldador en la casa Marconi, donde cobraba 25 pesetas semanales, pero pronto supo que quería aspirar a algo más. Tras rodar de trabajo en trabajo en 1965 el ahora promotor inmobiliario se trasladó a Alcorcón para continuar sin rumbo fijo --camarero, vendedor de sardinas... cualquier cosa valía-- hasta que a finales de los sesenta contactó con la familia Maqueda, que le contrató como vendedor de fincas a comisión. Poco a poco aquel ambicioso joven logró hacerse un pequeño hueco en el negocio y con sus primeros ahorros se asoció con sus hermanos y entró en el sector de la hostelería logrando la concesión de la cafetería de la Escuela de Aparejadores de Moncloa, donde dio trabajo a algunos de sus familiares extremeños.

Poco después abrió una discoteca en pleno barrio de Chamberí, El Andamio , un local que le sirvió para empezar a entablar relaciones con políticos y empresarios de todo tipo. Tanto es así que logró abrir algunos algunos bingos en plena dictadura franquista pese a que el juego aún era ilegal, según ha publicado recientemente El Mundo , y en 1979 relanzó el negocio, ya legalizado, con la apertura de dos casas de juego en Móstoles y Alcorcón.

Sin tener aún sus objetivos empresariales definidos, en 1984 se convirtió en uno de los precursores de la comida rápida en España con la puesta en marcha de la firma McDouglas, uno de sus escasos fracasos empresariales tras ser aplastado por el todopoderoso McDonad´s.

DESPEGUE DEFINITIVO

La rentabilidad de sus negocios hacía que las cosas no le fuesen mal, pero no acababa de romper y dar el salto definitivo hacia la riqueza. Asentado y conocido en todo el sur de la Comunidad de Madrid, con la entrada de su sobrino, Francisco Bravo, --descendiente de extremeños-- en el negocio la cosa comenzó a cambiar y dio un giro inesperado en el 2001. Fue entonces cuando completó una lucrativa operación urbanística en Villaviciosa de Odón con la que ganó cerca de tres millones de euros en un sólo año. El PSOE y algunos dirigentes del PP hablaron entonces de un auténtico "pelotazo", pero el caso aún continúa en los tribunales sin que se haya aclarado nada al respecto.

A partir de ahí él y su sobrino estrecharon relaciones con el mundo político, sobre todo en la zona sur de Madrid, y sus empresas comenzaron a crecer como la espuma. Así hasta que el escándalo político de la Asamblea de Madrid ha colocado en el punto de mira de la opinión pública a un hombre acostumbrado a la discrección y en el que su hermano Antonio, el que regenta el viejo restaurante familiar, asegura que confía "ciegamente".

Y es que el PSOE considera a este emigrante extremeño como uno de los máximos responsables, junto a su sobrino, de la presunta red de intereses inmobiliarios que habría provocado la crisis desatada en la Asamblea de Madrid con la traición de dos diputados socialistas que podría evitar el pacto de Gobierno previsto por PSOE e IU.

RETRATO EMPRESARIAL

Vázquez Igual es administrador de cerca de una veintena de empresas y en los últimos años ha creado un emporio empresarial basado, entre otras cosas, en sus buenas relaciones con políticos de PP y PSOE. No en vano los tribunales investigan dos de sus últimas operaciones urbanísticas a gran escala, una en la que se implica a un alcalde del PP y otra que salpica al exdirigente del PSOE José Luis Balbás, que en su día resultó clave para alzar a José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general de los socialistas.

Según los dirigentes del PSOE madrileño, tanto Francisco Vázquez como Francisco Bravo Vázquez son los que han propiciado la escapada política de los diputados del Parlamento madrileño Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, que con su ausencia premeditada en la primera sesión plenaria tras las elecciones permitieron que el Partido Popular se hiciese con la presidencia de la Cámara autonómica.

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