Hoy cumple 87 años y mira con ojos vidriosos por las lágrimas que asoman a sus ojos cansados. La vida le ha traído el regalo de cumpleaños más amargo. Es Francisco Ortiz Romero vecino de Quintana de la Serena y tío carnal de Mariángeles Romero, viuda de Isaías Carrasco, la última víctima de ETA. Es su única sobrina, la hija de su única hermana que emigró a Mondragón en los años 70, como muchos otros vecinos que aún residen en las inmediaciones de la calle en la que asesinaron a Isaías.

El fue turronero, pero ahora el dulce no le devuelve la alegría. Parado a la puerta de su casa, sujeta la puerta con el pesar de los años y la pena. Ha sido un trabajador, como lo fue Isaías, como lo es el barrio de San Andrés, en el que perdió la vida, frente al portal de su casa y con la presencia de su mujer y su hija.

Francisco aún no ha hablado con Mariángeles, aunque sí lo ha hecho con su hermana, tres años menor que él. "Está destrozada, somos muy mayores y esto ha sido una injusticia muy grande", asegura. Las emociones se le acumulan y con un suspiro añade que todavía no ha podido localizar a Mariángeles. "No tengo su teléfono pero mi sobrino, su hermano, me lo va a dar y la llamaré inmediatamente. Esto es una desgracia que nos ha tocado". Le tiembla la voz al hablar de lo ocurrido, al recordar a su sobrina y a sus hijos.

Pocas visitas al pueblo

Francisco confirma que Mariángeles nació también en Quintana de la Serena pero que al poco marchó con sus padres. Dice que desde entonces, su sobrina solo ha visitado su localidad natal en tres o cuatro ocasiones, y ni tan siquiera recuerda la última vez que estuvo por allí. Durante unos instantes guarda silencio; su memoria le trae el recuerdo de la última vez que vio a su hermana. Fue en el funeral de su esposa, hace 9 años. Llegó acompañado de su hijo.

En Quintana de la Serena no todos conocen la relación entre la última víctima de la barbarie etarra y la capital del granito por excelencia. Algunos recuerdan haberla visto a ella paseando en alguna ocasión. Sin embargo, son muchos los que se han acercado a darle el pésame por lo sucedido. "Mi hermana y yo siempre hemos sido muy queridos en el pueblo y todo el que nos conoce me ha dado sus condolencias", reconoce.

La familia de Mariángeles es pequeña. Sus dos hijas y su hijo, un hermano y su madre que residen en el País Vasco, y un tío y 5 primos en Quintana de la Serena, a los que hace muchos años que no ve. Pero el pesar ronda por toda su familia extremeña.

NO SE METIA CON NADIE Francisco no entiende por qué ha ocurrido. "Ha sido injusto porque era un hombre que no se metía con nadie, solo fue concejal hace 4 años y rechazó la escolta porque estaba muy tranquilo y se creía que nunca le iba a llegar a él". Recuerda con amargura que era un simple trabajador que iba de su casa al trabajo y esa era su vida.

Francisco cuenta que Isaías viajó a Quintana incluso en alguna ocasión más que su mujer, a la que siempre acompañó. De hecho, participó en una convivencia que se realizó en este pueblo pacense hace más de un año entre los partidos socialistas de Mondragón y de Quintana. Le gustaba visitar la sede del partido y el ayuntamiento. Algunos en el pueblo le recuerdan, otros muchos no.

No llevan buen camino"

El tío de Mariángeles no sabe qué pensar sobre el asesinato de su sobrino político, sólo sabe que ha sido injusto. "Qué voy a pensar... no llevan buen camino y nada más. Esto hay que atajarlo pero a mi edad ya no sé ni entiendo nada".

A pesar de su edad, Francisco ha seguido todo lo ocurrido desde la lejanía, a través de los medios de comunicación, que le han unido con su familia en tan malos momentos. "Me conmocionó mucho ver a la hija de mi sobrina hablando en la televisión, con tanta entereza, porque la verdad, esto no tiene sentido".